Lunes, 15 Mayo 2017 19:24

LO QUE APRENDÍ DE MÍ… EN COACHING EJECUTIVO

En marzo de este año decidí iniciar un proceso de coaching que me ayudara a despejar objetivos y metas en mi quehacer profesional,  o mejor dicho, a desenredar la madeja en la que se había transformado últimamente mi pensamiento sobre la organización de mi trabajo como consultor y abogado independiente. Me sentía confundido y ansioso, pues comenzaba un nuevo año laboral y no tenía claridad sobre cómo enfrentar el desafío de construir un proyecto de mediano y largo plazo coherente y con capacidad de crecimiento.

Debo decir que a veces, intento aplicar a mis propios objetivos estrategias de coaching, que yo mismo aprendí cuando me certifique como Coach Integral ICI en Academia Inpact hace un par de años, pero necesito confrontar mis ideas y qué mejor que hacerlo con un buen coach.

Claramente no me ayuda el hecho de dedicarme a mi profesión de abogado y estar inmerso en el día a día con tareas, clientes, responsabilidades, trabajos pendientes y un largo etcétera. No me ayuda porque pierdo perspectiva para ponerme en el lugar del observador imparcial de la situación y clarificar qué acciones o conductas debo cambiar para modificar los resultados.

EL VALOR DE DEJARSE ACOMPAÑAR

El proceso de varias sesiones fue intenso, comenzó como un proceso de coaching ejecutivo, donde me di cuenta que necesitaba apoyo concreto en mi proyecto, que debía delegar funciones que ya no me motivaba hacer, o que las sabía hacer bien y podía entregársela a otro para tener más tiempo y seguir expandiendo mi campo de acción. Creo que necesitaba formar un equipo y dirigir a ese equipo, distribuir trabajo y roles, formalizar ciertas cosas y tener una visión de cómo me quería ver a mediano plazo.

En el camino me fui dando cuenta que esta visión del profesional en el que me quiero transformar, está muy ligado a mi propio camino de crecimiento personal y a trabajar por alcanzar mi mejor versión en esta etapa de mi vida. Pude identificar que existen creencias arraigadas que son obstáculo para tomar decisiones correctas y oportunas en pos del objetivo, que hay miedos, falta de confianza en las propias habilidades y conocimientos, lo que redunda en falta de motivación y también de visión y estrategia.

Por lo anterior, el proceso devino en una mezcla de temas personales y profesionales con conversaciones que abrían puertas y tomas de conciencia.

En resumen, algo que inicié sin mucha expectativa se transformó en un aprendizaje muy potente. En cada sesión, y en el espacio entre sesiones, estás mirándote continuamente, primero fijando un objetivo palpable, medible y luego te enfocas en revisar qué estás haciendo para llegar a ese objetivo, y puedes revisar en modelo ensayo-error si esas acciones te orientan al objetivo y si no a modificarlas.

Tal vez los resultados no se logren de inmediato, pero esa reflexión y análisis es de mucha ayuda. Además, trabajar con un coach cercano, con experiencia en las áreas que se abordan, con preguntas efectivas y con capacidad de escucha activa, hace que se gatillen nuevos descubrimientos en cada paso del proceso y esto hace que sea infinitamente enriquecedor.

Puedo decir que aprendí a hacerme cargo de mis desafíos, de aterrizarlos, de valorar lo que hago y lo que he logrado hasta ahora, de vislumbrar, aunque sea muy incipiente aún, que puedo liderar un equipo de trabajo donde prime la calidad humana de sus componentes, más allá de sus conocimientos y habilidades, de saber que es bueno darle un sentido a lo que uno hace y que finalmente todo está unido al proceso de crecimiento personal que “lidero” y de esa intención positiva de transformarme en  una mejor persona cada día. 

Jaime Luarte, Abogado-Consultor. Coach Integral ICI.

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