Por Fernanda Casorzo Pino
Cuatro veces acreedora del título mundial de peso gallo de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), y dos veces campeona mundial en el torneo de la Asociación Internacional de Boxeo de Mujeres (WIBA), en la misma categoría, la boxeadora profesional Carolina Rodríguez hoy se encuentra convaleciente de una operación a un tumor cervical. Entre la rehabilitación y la cuarentena que se vive en el país producto del COVID-19, la deportista está ansiosa por retomar su afanosa vida.
Entrenamientos, clases, coachings motivacionales y ocuparse de Megan, su hija de cuatro años, son sólo algunas de las actividades diarias de Carolina, quien en esta edición de Icimag nos cuenta cómo le ha plantado cara a la vida y se ha posicionado en los más altos rankings del boxeo profesional.
¿Qué es lo que te atrajo del boxeo, qué te hizo clic?
En un principio no era boxeo, era kickboxing, que también lo sigo practicando. Yo empecé en el deporte simplemente por bajar de peso, pero lo encontré súper entretenido. A mí me carga hacer deporte, la gente jura que yo amo el deporte y que pasaría entrenando. Pero no, lo que me gusta es pelear. Lo que me hizo perseguir el sueño fue el recordar mi niñez, porque cuando chica todo lo resolvía con golpes, lo que en realidad era un problema mío. Entonces eso me hizo hacer deporte sin que me molestara hacerlo.
Ir a un gimnasio convencional no me gustaba, sin embargo, encontraba súper entretenido hacer deporte de contacto como kickboxing, pero no peleando como cuando era chica. Sentía que no estaba haciendo deporte, sentía que estaba haciendo algo que me entretenía, que me llenaba, que me causaba alegría y después me metí en el boxeo.
Decidiste dejar tu profesión de entonces ¿Crees que alguna vez la retomarás?
Hice mi práctica en contabilidad y quedé trabajando en una oficina contable. Me dediqué un año a mi profesión y de ahí me dediqué más al deporte, ya estaba grande, tenía 21 años. Hice trabajos esporádicos que me permitieran entrenar, relacionados con lo mío y con cualquier cosa que me diera tiempo para eso. No me veo trabajando en una oficina encerrada porque lo mío es mucho de movimiento, de compartir con mucha gente, de trasmitir más allá de lo deportivo. En el deporte se da mucho, cuando tú le enseñas a personas que no van a ser deportistas, el compartir, el conversar, te cuentan sus problemas, uno busca la manera de solucionarlos.
¿Cómo es a grandes rasgos y en un día muy convencional el día de una boxeadora?
En mi caso es levantarme, desayunar, entrenar, y muchas reuniones buscando recursos para poder hacer lo que me gusta o poder realizar los eventos en Chile. Luego dar clases, después volver a entrenar. Si hay alguna lesión hay que ir al kinesiólogo, entrenamientos por la tarde y también entreno a mis alumnos. Todo el día está relacionado con el entrenamiento y con generar recursos para poder sostener la carrera deportiva. Me acuesto a las 12 de la noche, a la una de la mañana.
¿Cómo llevas esa rutina? ¿Cómo tu mente y tu cuerpo lo resisten? ¿Es un tema de disciplina, de hábito?
Hay mucho de hábito, de disciplina, de querer lograr algo porque nada cae del cielo, lo único que cae es el agua, la lluvia, y el resto todo lo tienes que ir logrando paso a paso. Eso te crea hábitos como levantarte a cierta hora, tienes que darle prioridad a tus entrenamientos, a tu alimentación, porque la comida es un factor importantísimo, y también tratar de descansar dentro de lo que se puede, porque uno no puede ser 100% deportista acá en Chile.
Creo que todo se basa mucho más en el querer algo, en lograr un objetivo. Eso a mí me mueve y me da la energía; como yo tengo tan incorporado el objetivo creo que yo empiezo con la adrenalina. Cuando digo “ya, ahora” allí empiezo con la adrenalina y el cuerpo me aguanta. Porque por la cantidad de horas que entreno más todo lo que tengo que hacer para generar recursos y también estar con mi hija, creo que es producto simplemente de la pasión, de la adrenalina que hace que tu cuerpo funcione, porque duermo con suerte cinco horas y eso muy poco para una deportista de alto rendimiento.
¿Qué beneficios ves en el deporte para el desarrollo humano?
En general te da mucha fuerza. Lo que nos pasa en la vida es que muchas veces no nos funcionan las cosas que queremos y uno tiende a deprimirse, a pensar que uno no sirve para eso. Creo que el deporte te entrega esa fortaleza mental, esas ganas de que, si bien te caes, vas viendo avances y vas poco a poco. Por ejemplo, si no puedes hacer una flexión de brazos y pasa una semana, dos semanas en que no puedes y a la tercera semana puedes, entonces te demuestras que tú sí puedes.
Y esto uno lo lleva a la vida diaria, creo que te enseña a decir “no logré el objetivo ahora y tengo que cambiar de estrategia”, y eso te da mucho para el día a día. Aunque se diga que el deporte es por un tema estético, vapor un tema mental que te ayuda a liberar endorfinas, a botar tu estrés, la rabia, estar más alegre y a sociabilizar porque empiezas a compartir con mucha gente, trae mucha energía y bienestar.
¿Te ha servido para canalizar ese “resolver todo peleando”?
Antes yo era muy competitiva con los hombres, cuando recién empecé quería pegarles, ser ganadora siempre y obviamente el hombre tiene más fuerza que la mujer físicamente. Entonces mi estrategia de combate es yo te pego, no me pegas, yo hago fallar y empiezo a trabajar sobre la cabeza del otro. No soy pegadora ni fajadora, soy más de hacer fallar a mi oponente, y eso es trabajar la cabeza.
Ahí logré entender y después llegó un punto en que se dio vuelta la tortilla; yo les pegaba a los hombres siendo que también eran boxeadores, que eran fuertes, pero yo los hacía fallar. Por ende, se desesperaban y el desesperarse hace que te canses y te descontroles, y es más fácil golpear a una persona cuando está descontrolada. Creo que eso me ayudó mucho en el día a día y quizás en mis problemas, de entenderme un poco más a mí, por qué yo actúo, de una u otra forma, sin pensar, y el boxeo es algo que me ayudó mucho a pensar, a conversar más. Ahora digo lo que siento y lo digo conversando pacíficamente, buscando siempre un buen punto neutro.
¿Por qué el boxeo ha sido un deporte principalmente masculino?
Creo que es netamente social, como pasa con el fútbol, como pasaba con algunas profesiones, como que se estigmatizó que el boxeo era de hombres. Pero al fin y al cabo mientras te haga feliz y no lastimes a nadie… En el caso mío sí nos pegamos las personas, pero las dos estamos de acuerdo y nos entrenamos para ello en igualdad de condiciones. Por lo tanto, simplemente es un tema de que la sociedad le dio un nombre; qué es de hombre y qué es de mujeres. Pero yo creo que acá no hay nada de hombre y nada de mujer, todos somos capaces de hacer lo que queramos porque lo podemos lograr si nos lo proponemos.
¿En la actualidad se perciben cambios al respecto? ¿Cómo es el panorama?
En la actualidad ha cambiado mucho, hay muchas mujeres que ya ven el boxeo de forma distinta, saben que no te va a volver masculina, que los músculos si tú entrenas obvio que se te van a marcar, y que una cosa es competir y otra es practicarlo, pero no se te va a volver el cuerpo masculino porque lo practiques.
Hay más chicas que están entrenando actualmente en el ambiente nacional, mujeres de todas las edades. Ha crecido mucho el boxeo en Chile. A nivel competitivo no tanto porque todavía cuesta lograr las instancias para llegar a competir, que se hagan buenos campeonatos nacionales o que estén los recursos para apoyar. Esto al final siempre pasa por un logro propio o de la familia, o del profesor que también te está apoyando, de tu club. En la parte recreativa ha crecido muchísimo, hay como un boom del boxeo por el tema de que tonificas el cuerpo, quemas grasas, liberas estrés, sacas tu rabia… Tiene un montón de beneficios.
Pero en la parte competitiva todavía estamos en pañales, aunque sí ha crecido mucho; somos cuatro profesionales y eso es un gran logro en el ranking, somos todas distintas, estamos en distintas categorías.
Hace un tiempo tienesel proyecto de crear la fundación Krespita con Chile ¿Qué te motivó a intentarlo y por qué aún no se ha materializado?
Nunca lo terminamos, teníamos todas las ganas de hacerlo pero siempre cuesta conseguir gente que quiera trabajar ad honorem, tener el círculo que quiera hacerlo, porque el trabajo no es de uno, es de varios. Igual estamos tratando de realizar cosas y espero que las podamos hacer prontamente.
Lo que yo quiero hacer es atacar el lado del maltrato a las mujeres, del maltrato a los niños, mostrarles que no es necesario que vivan la misma vida que les tocó; uno no elige donde nacer, pero sí elige dónde llegar. Entonces uno cuando les muestra otras instancias, otras formas, si ellos logran verlas es más fácil que cambien su visión de la vida.
¿Dónde desarrollas ese trabajo social que pretendías implementar con la fundación?
La idea mía era en cada municipio ir colocando talleres gratuitos. Lo logramos en Puente Alto con dos talleres; uno de mujeres donde la más grande tenía 65 años, y uno de chicos hasta 17 años.
Queremos inculcar el amor propio en las mujeres, aparte de conseguir competidoras y hacerlas entender que el amor no son golpes y que ellas tienen derecho a hacer lo que quieran. Nosotras además de ser madres tenemos nuestros sueños, también nos queremos ver lindas, sentirnos bien. En Puente Alto lo logré hacer, muchas mujeres cambiaron su forma de ver la vida y ahora se dan un tiempo para ellas. Los niños aprenden con el ejemplo de sus madres, por ende van creciendo de otra forma. También iban muchas hijas e hijos a entrenar con sus mamás.
Logré sacar chicos que ahora están haciendo clases, que son competidores, que salieron campeones y algunos están estudiando. Para mí ha sido todo un logro esto del taller. Ahora con la pandemia se sigue haciendo online.
¿Qué buscas transmitir a tus alumnos?
El general los seres humanos somos de sociabilizar, tú confías en otro cuando se van dando las relaciones. Si hay un chico que tiene problemas tú no puedes apretarlo para que te los cuente, porque no confía en ti. En las clases se da eso y ayuda a mejorar la calidad de vida. Tú puedes interactuar e influir en la otra persona, yo a los chicos los veo y como los conozco hace años, veo una cara y sé si están bien o si están mal, si les resultó algo o no.
Para mí es súper importante porque creo que a través del deporte más allá de si logras ser campeón del mundo, campeón chileno o campeón de lo que sea -que es parte de nuestros sueños, de nuestras metas- también hay un cambio en tu forma de ver la vida. Veía chicos con los brazos cortados, las chicas igual, que iban del Sename, y creo que uno puede hacer un cambio positivo en las personas desde lo que a uno lo atrae, por la pasión, que en este caso es mi deporte, o por lo que pueda sentir por lo que yo estoy haciendo o la admiración que uno puede provocar en ellos. Uno puede darle un vuelco a la vida de ellos cuando interactúas constantemente a través del deporte.
¿Qué harás apenas termines tu periodo de rehabilitación y la cuarentena?
Cuando todo esto termine quiero volver a competir. Mi operación salió todo un éxito y gracias a todo el equipo médico puedo volver a competir, lo que me tiene muy contenta. Aparte de eso seguir con los proyectos de las escuelas y continuar dedicándome a entrenar a los chicos que son mis alumnos, que están compitiendo, me siento parte del sueño de ellos porque confían en mí además del tema del conocimiento técnico, en el tema de abrir las puertas, ya que cuesta mucho lograr las instancias para poder hacer lo que te gusta. Me siento comprometida con ellos a que logren sus sueños, que de una otra u otra manera también son mis sueños.