Martes, 07 Octubre 2025 10:32

Entrevista a Cecilia Hidalgo

DE LOS EXPERIMENTOS INFANTILES AL LIDERAZGO CIENTÍFICO

Por Paul Anwandter

Cecilia Hidalgo —premiada científica, formadora y referente nacional— abre en esta entrevista una conversación íntima sobre vocación, disciplina creativa y liderazgo desde la experiencia. Con anécdotas que van desde sus primeros experimentos infantiles hasta su trayectoria como la primera doctora en Ciencias de la Universidad de Chile, Hidalgo comparte reflexiones sobre energía vital, formación de equipos, la enseñanza a nuevas generaciones y el sentido ético de la ciencia.

Paul Anwandter: Buenos días, es un gran privilegio para todos contar hoy con la presencia de la doctora Cecilia Hidalgo. Para aquellos que no están familiarizados con la ciencia, es importante destacar que su influencia es tanto nacional como mundial, gracias a sus significativos aportes a nuestra comunidad científica. Además de su destacada carrera científica, su perfil humano es sumamente rico, abarcando áreas como la filosofía, el arte y la ética. Esto es de gran valor para quienes trabajamos en el mundo del coaching y el mentoring. Cecilia no solo es mentora, sino también formadora de profesionales, guiándolos en el entendimiento de sus propios procesos para modelarlos de manera efectiva. Te damos la más cordial bienvenida a este espacio, Cecilia, junto a la Academia Inpact y a la revista ICIMAG.

Cecilia Hidalgo: Muchas gracias a ustedes por haberme invitado a esta interesante conversación.

Vocación temprana y curiosidad infantil

Paul Anwandter: Lo primero que me llama la atención es algo que percibo como poco común: esa chispa, esa llama desde pequeña, con una vocación ya arraigada. ¿Cómo sucedió eso?

Cecilia Hidalgo: Eso siempre ha sido un gran misterio para mí, porque desde muy pequeña, creo que tenía dos años, empecé a jugar y a mezclar cosas. Hablaba desde muy temprano; a los nueve meses ya hablaba. Siempre dije desde pequeña: quiero investigar, quiero ser científica... ¡Y en mi familia no había nadie que fuera científico! Así que esa inspiración me vino de alguna parte, y nunca he sabido de dónde viene.

Paul Anwandter: Ahora los niños juegan y mezclan cosas, pero ¿ser científico implica tener un segundo proceso mental, que es reflexionar sobre lo que mezclas?

Cecilia Hidalgo: Exactamente en mirar, observar y después sacar conclusiones. Desde pequeña empecé a hacer experimentos. Por ejemplo, estando sola me sentaba en el patio de la casa de mis padres que tenían un jardín trasero bien lindo y ahí, con una mesita chica, mezclaba, no sé, polvo de talco, colonia molido de ladrillo y veía qué pasaba, también mezclaba vinagre, lo que pillaba.

Paul Anwandter: Y ...sacabas productos.

Cecilia Hidalgo: Sí, pero observaba lo que sucedía. Era muy curiosa esa actividad mía. Observaba lo que ponía, lo que podía mezclar.

Paul Anwandter: Claro. Porque otros niños, por ejemplo, se inclinan más por actividades de movimiento o por construir cosas, como legos. Pero tú fuiste muy específica en tu desarrollo.

Cecilia Hidalgo: Claro, mezclaba distintos compuestos para ver qué pasaba.

Vida escolar: intereses amplios y talento artístico

Paul Anwandter: Y una vez que estuviste esa conciencia, Cómo fue la escuela para ti? Fue un proceso normal? O también tenía esa doble reflexión de lo que estabas haciendo? Aprendiendo?

Cecilia Hidalgo: Eso no lo había pensado, pero la verdad es que me entretuve mucho aprendiendo. En el colegio siempre fui muy buena alumna. No es que me costara, todo lo contrario: absorbía como un papel secante todo lo que me enseñaban. Me gustaban todas las clases.

Paul Anwandter: ¿Te gustaban todas las clases? Porque a veces uno tiende a disfrutar más unas que otras, e incluso a sentir rechazo por algunas.

Cecilia Hidalgo: ¿Rechazarlas? No, fíjate que para nada. Tanto así, que cuando salí de Humanidades —es decir, del colegio— fue muy divertido, porque yo estudiaba en el Liceo N°5 de Niñas, y allí se entregaban premios a las alumnas destacadas en distintas disciplinas. Éramos todas mujeres, por supuesto, y se dividía entre el grupo humanista y el científico. Me gané el premio de Francés, de Castellano y otros reconocimientos del área humanista. Incluso la profesora de Arte le dijo a mi papá: “Esta niñita tiene que estudiar arte”. Pero yo ya había decidido que iba a estudiar Bioquímica.

Paul Anwandter: Claro, pero ahí está el arte. O sea, de alguna manera.

Cecilia Hidalgo: Siempre lo he tenido y siempre lo he seguido durante toda mi vida, incluso en Boston. Cuando vivíamos allá, iba a clases de arte una vez a la semana, ya que habían programas de la municipalidad y en esas clases, pintaba.

Paul Anwandter: Ya, la pintura existía a temprana edad también.

Cecilia Hidalgo: Sí, cuando estaba haciendo mi tesis de Bioquímica, trabajaba en el laboratorio de la Facultad de Medicina hasta las 17:30, y a esa hora partía corriendo a un vespertino en Bellas Artes. Así que hice un año completo en el vespertino de Bellas Artes mientras desarrollaba mi tesis de Bioquímica, conjugando ambas cosas. Mientras trabajaba en ciencia, haciendo experimentos, al mismo tiempo pintaba todos los días de 18:00 a 21:00.

Influencias familiares

Paul Anwandter: Ya, ya… O sea, percibo en ti una forma de ver el mundo un poco anglicana o luterana, en el sentido de la productividad: trabajas aquí, haces esto, después aquello… y siempre estás construyendo algo. ¿De dónde sacaste esa forma de ser?

Cecilia Hidalgo: No sé, no sabría decirte exactamente, pero mi madre escribía, y lo hacía muy bien. Incluso ya de mayor, ganó un premio por un cuento que escribió. Mi papá, en cambio, era ingeniero y construía cosas. Por ejemplo, estuvo un tiempo trabajando en Antofagasta, tratando de desarrollar un sistema para traer agua potable desde la cordillera mediante una tubería de tubo centrifugado. Él era un constructor, más del lado de la física, mientras que mi mamá estaba más e en el lado creativo de la literatura.

Paul Anwandter: Claro. Y hermanos o hermanas?

Cecilia Hidalgo: Yo soy la mayor de cuatro hermanos. El que me sigue es ingeniero hidráulico. Luego está mi hermana, que estudió Artes Aplicadas y durante un tiempo se dedicó al diseño textil, haciendo cosas realmente muy lindas. Después trabajó con vidrio, construyendo distintas piezas. Mi hermana es súper artista. Mi hermano menor también es científico, en el área de la biofísica. Yo, en cambio, he estado entre la bioquímica, la biofísica y la neurociencia. Ahí ha estado oscilando mi vida.

Paul Anwandter: ¿Y no te habría gustado estar en física de partículas o en mecánica cuántica?

Cecilia Hidalgo: No. Fíjate que hay un punto interesante en mi carrera. Cuando estaba haciendo el doctorado —como estábamos trabajando en fisiología celular y biofísica—, el profesor Mario Luxoro, que dirigía el laboratorio, decidió que necesitábamos reforzar nuestros conocimientos en física y matemáticas. Y a mí me encantaron las matemáticas. Me fue muy bien. Tanto así, que el director del Departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias habló con Mario y le propuso que yo hiciera el doctorado en matemáticas. Recuerdo que esa noche estuve dando vueltas toda la noche, pensando, pensando... y al final decidí que no. Por eso te contesto que, aunque la física me fascinaba, lo que realmente me apasionaba era trabajar con seres vivos. Me interesaba entender cómo somos, cómo funcionamos, cómo nos comunicamos... pero desde un nivel celular y molecular.

Crianza y educación de sus hijos

Paul Anwandter: Claro. Ahora, si miraras tu época escolar con la perspectiva que te dan la experiencia y los conocimientos adquiridos a lo largo de tu exitosa trayectoria, ¿qué les dirías a los padres que hoy están lidiando con sus hijos, tratando de motivarlos y enfrentando peleas en ese proceso?

Cecilia Hidalgo: Que los escuchen. Les cuento que es muy importante saber escuchar a los hijos. Yo tengo cuatro: tres hombres y una mujer, y no podrían ser más distintos entre sí. Son totalmente diferentes unos de otros.

Paul Anwandter: Pero te voy a interrumpir. El problema es que si los escuchas, ellos te van a decir yo quiero ver YouTube, televisión y no hacer nada.

Cecilia Hidalgo: Entonces tú les dices¿por qué te interesa tanto eso, habiendo tantas otras cosas que podrían llamarte la atención? En mi caso, mis hijos son todos muy creativos, y de eso me siento muy orgullosa. Son creativos en todos los ámbitos. Por ejemplo, mira cuál de los cuatro es el mejor cocinero… ¡todos cocinan exquisito! Y cada uno ha desarrollado su creatividad en áreas distintas. Han hecho cosas muy lindas con sus vidas.

Paul Anwandter: Tú los restringiste o era también como una chispa interior de ello?

Cecilia Hidalgo: Jamás los restringía, todo lo contrario. Siempre traté de darle cada vez más alas en lo que querían hacer.

Paul Anwandter: Por ejemplo, para estudiar con ellos, tú estudiabas con ellos o ellos tenían disciplina propia?

Cecilia Hidalgo: Cuando ellos lo necesitaban, incluso con mis nietos hasta el día de hoy me piden ayuda en matemática y en química, pero nunca fui impositiva. O sea, si ellos querían ayuda, ahí estaba.

Paul Anwandter: Y si no? Y si no hubiesen sido buenos estudiantes. Qué hubieras hecho tú?

Cecilia Hidalgo: Por ejemplo, mi hijo menor nunca fue un gran estudiante en el colegio, pero una vez que entró a la universidad, como que floreció. Se convirtió en un estudiante excelente. Ahora está terminando su doctorado y trabajando en un proyecto muy lindo que tiene que ver con lo que ocurre en Chile con los suelos…. Siempre hablamos de las plantas, ¿no? Pero para que las plantas y los árboles crezcan, necesitan un suelo sano. Entonces, ¿qué está pasando con los suelos a lo largo de nuestro país?

Paul Anwandter: Claro, siguiendo la carrera también de la familia.

Cecilia Hidalgo: Sí, un ecólogo. Primero estudió geografía, se recibió de geógrafo profesional y después entró a estudiar un magíster y, luego, un doctorado en ecología. Entonces mezcla dos disciplinas muy interesantes, geografía y ecología.

Vida universitaria y formación en Bioquímica

Paul Anwandter: Terminando el colegio vi que entraste a la Universidad de Chile. Cómo fue el proceso tuyo estudiantil como universitaria?

Cecilia Hidalgo: Ahora, con la perspectiva que tengo, me doy cuenta de que recibimos una formación increíblemente buena. Excelente, realmente. En esos años, en la carrera de Bioquímica, nos enseñaron muchísima química y de muy buen nivel. Éramos un grupo pequeño de bioquímicos, y compartíamos clases con los químicos farmacéuticos hasta el tercer año. Ya en cuarto año nos separábamos, pero como grupo éramos tremendamente unidos, y hasta el día de hoy seguimos siendo todos amigos. Al principio éramos 13, y después se sumaron tres más. Era también el inicio de la carrera, creo que éramos la tercera generación de bioquímicos. Y tuve compañeros realmente maravillosos, tanto mujeres como hombres.

Paul Anwandter: Y si tú comparas el proceso por el que pasaste con el que existe hoy en día —porque ahora la cantidad de información disponible es infinita—, ¿cómo percibes esa diferencia?

Cecilia Hidalgo: No sé bien cómo lo hacen ahora, pero en nuestra época teníamos laboratorios todos los días hasta las 19:30 o incluso hasta las 20:00 horas. Teníamos clases los sábados en la mañana, ¡y no sé en qué momento estudiábamos! Llegaba a la casa agotadísima todos los días, y solo teníamos el sábado en la tarde y el domingo para estudiar. Era una carrera muy, muy demandante. Pero, como te digo, la formación fue increíblemente buena. Excelente.

Trabajo en Montemar y primeros pasos científicos

Paul Anwandter: Claro, y luego trabajas en la universidad una vez que sales?

Cecilia Hidalgo: Hice mi tesis de Bioquímica con la doctora Mitzi Canessa en el año 1963, después de cinco años de carrera. Durante todo 1964 trabajé en la tesis y me titulé en enero de 1965 como bioquímica. Fue entonces cuando me fui a trabajar a Monte Mar, y ese fue uno de los grandes hitos en mi carrera. En cuarto año, Mario Luxoro nos enseñó el ramo de Biofísica, y me fascinó. Me encantó la idea de aplicar métodos físicos para estudiar sistemas biológicos; lo encontré maravilloso. Me fue tan bien que Mario me invitó a hacer la tesis con él. Pero después hizo, como dirían los futbolistas, un “dribling” y me desvió hacia otro camino. Y me puso a hacer la tesis con la doctora Canessa porque dijo que ella venía llegando de Estados Unidos, y que, por lo tanto, para mí era mejor hacer la tesis de Bioquímica con ella. No sé exactamente qué hice, pero luego Mario me invitó a trabajar a Montemar. Resulta que en Chile tenemos un calamar gigante, la jibia chilena, que posee neuronas que podríamos considerar el equivalente a su cerebro. De cada una de esas neuronas sale una prolongación —una parte de la misma célula— que recorre todo el manto del animal, que es la zona que se contrae para que pueda nadar. Si tú aíslas esa prolongación, es como un fideo delgado, tipo cabello de ángel. Esa estructura, que es parte de la célula, se puede extraer, estudiar y utilizar en el laboratorio para medir corrientes eléctricas, flujos de distintas sustancias a través de su membrana, y muchas otras funciones. Se pueden hacer muchísimas Entonces, Mario había instalado Montemar en la Estación de Biología Marina, la cual es un monumento nacional. Es un edificio con algunas estructuras similares a un palafito, pero de concreto muy bien construido, ubicado junto al mar, en un lugar que resulta casi matemático. Allí comenzó Mario a trabajar junto a Eduardo Rojas, su discípulo. El verano en Chile coincide con el invierno en el hemisferio norte, por lo que durante el verano llegaba gente que trabajaba en conducción nerviosa para colaborar en Montemar. Era un lugar genial, porque no solo había científicos chilenos de primera línea como Mario Luxoro y Eduardo Rojas, sino que también venían investigadores que hicieron las contribuciones más importantes para entender los procesos de comunicación eléctrica entre neuronas.

Paul Anwandter: Bueno, siempre me ha despertado curiosidad cómo son los procesos de transmisión de energía más allá de la electricidad en los seres humanos. Por eso estudié ingeniería electrónica, ya que no hay mucha claridad sobre ese tema.

Cecilia Hidalgo: Como eres ingeniero electrónico, lo vas a entender. Nosotros, los seres humanos, y la mayoría de los vertebrados tenemos los axones, que son las fibras que comunican las neuronas entre sí, aislados por una capa llamada fibra de mielina. Pero para que la propagación del potencial de acción sea rápida, hay pequeñas zonas donde el axón no está aislado; a eso se le llama conducción saltatoria. En cambio, la jibia, que es un animal muy antiguo, no tiene los axones aislados, sino que para acelerar la conducción, sus axones son mucho más gruesos, es decir, de mayor diámetro. Por eso, esos axones se parecen a un fideo cabello de ángel.

Paul Anwandter: Qué interesante. Cómo? Como Darwin aparece en tantas partes, no para generar adaptación.

Cecilia Hidalgo: Entonces, no hay más que mirar. Mario Luxoro, junto con Eduardo Rojas —o “Guayo”, como lo llamamos—, descubrieron algo fundamental. Lo publicaron en un artículo breve alrededor del año 2006 o 2007, en la revista Nature. Allí demostraron que la conducción del potencial de acción se efectuaba gracias a la función de ciertas proteínas.

Paul Anwandter: Tremendo.

Cecilia Hidalgo: Claro, increíble. ¿Y cómo lo hicieron? Colocaron dentro de los axones una enzima que digiere proteínas, y con eso se detenía la propagación del potencial de acción. Muchos años después se aislaron e identificaron las proteínas responsables de esta conducción. Pero ellos, muy tempranamente, afirmaron que eran proteínas, ya que en ese momento había teorías que sugerían que podrían ser los lípidos.

Ser la primera doctora en ciencias y maternidad

Cecilia Hidalgo: Imagínate el privilegio de estar ahí después de haberme graduado en Montemar. Mario rápidamente nos propuso hacer el doctorado en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Éramos estudiantes de doctorado y estábamos gestionando que el Consejo Universitario aprobara el programa, lo cual finalmente sucedió en 1969. Junto con Ramón Latorre teníamos nuestra tesis lista y fuimos los primeros doctores —un hombre y una mujer— de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.La primera mujer. Pero no sólo la primera mujer, sino que la primera doctora.

Paul Anwandter: O sea, esto forma parte de nuestro interés. No es solo por tu doctorado, sino por ser un ícono en ese campo que, hasta hoy, no es tan fácil de alcanzar por diversas razones. Pero tú fuiste la primera.

Cecilia Hidalgo: Es interesante cómo me hiciste reflexionar en este momento, algo que me han preguntado antes: si era muy difícil ser mujer. Además, cuando me recibí de doctora, ya tenía a mi hijo mayor. Estaba casada con Ramón Latorre. Nos casamos a finales del 65 y en mayo del 68 nació Claudio. Nos graduamos como doctores en Ciencias, con especialización en Biología, en agosto del 69. Ya era madre. Entonces, mi pregunta no era si era difícil ser mujer. Mira, estaba tan ocupada, tan interesada en lo que hacía y al mismo tiempo preocupada por mi hijo pequeño, que creo que nunca me detuve a pensar en lo difícil que esto realmente era.

Alta exigencia energética y discriminación silenciosa

Paul Anwandter: Pero es algo muy importante, porque no solo tuviste un hijo, sino cuatro. Y hoy en día hay un cuestionamiento —voy a generalizar, lo sé—, pero muchas mujeres se preguntan si vale la pena tener hijos, porque sienten que al hacerlo pierden su vida, como si la pusieran en pausa. Y tú lograste hacer tantas cosas: ciencia, arte, educación, ser mujer... ¡Ah! Entonces, ¿qué significó eso para ti? ¿Cuál fue el ‘trade-off’? ¿Qué tuviste que dejar o equilibrar para lograrlo?

Cecilia Hidalgo: Mira, no sé si dejé algo afuera, pero sí me he dado cuenta de que hay un aspecto de la discriminación hacia las mujeres que, creo, no ha sido completamente comprendido. Y es que, para desarrollar una carrera —sea en el ámbito que sea: científico, artístico, lo que tú quieras— y al mismo tiempo tener una familia, tener hijos se necesita un nivel de energía muy alto. Tuve la suerte de nacer con un nivel de energía muy alto. Te lo digo porque cuando vivía en Estados Unidos ya tenía tres hijos y no contaba con ayuda doméstica. Entonces, literalmente corría todo el día. Llegaba al laboratorio a las 9:00 de la mañana y salía a las 17:00. Luego volvía a casa, pero antes pasaba a buscar a mi hija, que en ese momento aún era pequeña. Con los años las circunstancias fueron cambiando, claro, pero en esa etapa era así.

Llegaba a casa y preparaba la comida, mientras mi marido ponía la mesa. Revisábamos las tareas con los niños, hacíamos cosas en familia. Y a las 21:30, cuando todos ya estaban durmiendo, yo recién comenzaba a trabajar en lo mío: analizar datos, escribir artículos… hasta la medianoche. Y al día siguiente, a las 7:00, ya estaba otra vez en marcha. ¿Y qué te quiero decir con todo esto? Que para poder sostener ese ritmo necesitas tener un nivel de energía muy alto. Y ahí es donde, sin quererlo, se produce una forma de discriminación. Porque conozco mujeres muy talentosas que no tienen ese nivel de energía, y simplemente no pueden seguir ese ritmo. Y eso… eso es injusto.

Valores, motivación y sentido de vida

Paul Anwandter: Tú crees que es energía, motivación o hay una cierta perspectiva hedonista sobre lo que yo no tendría si es que asumo una estructura de vida como la tuya?: Por ejemplo, vamos a decir si tienes cuatro hijos, tú no puedes ir tres o cuatro veces a un restaurant. Además, si vives en Estados Unidos y dejar a los chicos solos a merced del viento.

Cecilia Hidalgo: No, no, por supuesto que no.

Paul Anwandter: Claro, pero hoy en día es. Ese es el balance. O sea, ya tener un hijo es bastante. Porque qué hay para tí en cuanto a los placeres hedonistas?

Cecilia Hidalgo: Aquí todo depende de dónde tú pongas el énfasis en tu vida. Para mí mi familia siempre ha sido muy importante.

Paul Anwandter: Y tu trabajo?

Cecilia Hidalgo: Bueno, claro. Mi trabajo y poder pintar.

Paul Anwandter: ..O sea, hacías, un malabarismo entre tres pasiones.

Cecilia Hidalgo: Sí. Además, a mí me gusta mucho escuchar música y leer. Por eso te digo que el hecho de tener esa energía es importante, porque hay mucha gente que se cansa mucho. Yo no me cansaba.

Paul Anwandter: Tú eres bióloga. Qué energía!

Cecilia Hidalgo: Como te decía, esa energía es una capacidad vital, ¿no? Y creo que también proviene de la sensación de estar haciendo algo que realmente te llena, que te produce una profunda satisfacción, que alimenta el espíritu, por decirlo de alguna manera. Por ejemplo, cuando realizo un experimento que he pensado cuidadosamente y el resultado se aproxima a lo que yo imaginaba que ocurriría… eso es algo hermoso, maravilloso. Y esa experiencia te impulsa a seguir, a continuar buscando, explorando, creando.

Espíritu creativo, intuición y pensamiento sistémico

Paul Anwandter: Claro, ahora esos momentos entiendo que para una persona de ciencia son efímeros porque haces otros 99 que no resultan.

Cecilia Hidalgo: He tenido mucha suerte en mi vida, porque, al revés de lo que a veces ocurre, las cosas me han resultado bien en un 95% de las veces. Realmente, he tenido muchísima suerte. Siempre he sabido hacerme las preguntas adecuadas y buscar las estrategias correctas para responderlas. Y, en general, esas respuestas han respaldado lo que yo intuía o pensaba desde el inicio.

Paul Anwandter: Súper bueno.

Cecilia Hidalgo: Eso es bien creativo.

Paul Anwandter: No se trata solo de ser creativo. También muestra un altísimo nivel de competencia intelectual, porque lo principal es saber hacerse buenas preguntas. Como decimos con Marisol en la Academia: si me hago buenas preguntas, aunque las respuestas no sean del todo acertadas, igual sirven, porque una buena pregunta ya orienta el pensamiento en la dirección correcta. Curiosamente, quienes se hacen buenas preguntas suelen llegar también a buenas respuestas. Porque formular una buena pregunta implica poner en marcha procesos mentales complejos, estructurar conexiones, visualizar transformaciones… en definitiva, tener una mirada sistémica, dinámica y en movimiento.

Cecilia Hidalgo: Mira, eso de hacer conexiones entre cosas que aparentemente no están muy relacionadas es muy interesante, porque a mí me pasa mucho. Estoy escuchando algo y pienso, ‘ah, eso podría resolverse con esto otro’. Es decir, esa capacidad de buscar elementos que parecen dispares pero que tienen una relación entre ellos. Creo que eso me ha impulsado mucho a mí y probablemente...”

Paul Anwandter: Cuando estás caminando o estás leyendo o estás escuchando música, salta algo y eso se conecta con alguna área tuya. Y hay una nueva actividad que te impulsa.

Cecilia Hidalgo: Sí, a mí siempre me ha parecido muy interesante ese espíritu creativo que tenemos los seres humanos. Por eso me maravilla, por ejemplo, cuando escucho la música de Mozart. ¡Qué genio!

Paul Anwandter: Excepcional no?

Cecilia Hidalgo: Claro, pero es un ser humano como todos nosotros. Ahora bien, ese espíritu creativo maravilloso de dónde viene?

Paul Anwandter: Mozart es un buen ejemplo, porque fue entrenado desde los tres años por su padre. Entonces, será realmente un genio o producto de un entrenamiento feroz? Déjame poner otro ejemplo de música. Uno de mis héroes es Johann Sebastian Bach.

Cecilia Hidalgo: Ah, sí, también mío.

Paul Anwandter: Y bueno, por otro lado, más que solo genialidad, en toda su obra yo veo disciplina, rigor y una creatividad infinita. No me lo imagino diciendo algo como: ‘A ver… hoy no voy a componer, amanecí con la neurona para otro lado, así que mejor la próxima semana’. No. Yo me lo imagino escribiendo todos los días.

Cecilia Hidalgo: Además, tenía una familia importante.

Paul Anwandter: Diez hijos. Y todos viviendo en una casa pequeña.

Cecilia Hidalgo: Entonces. En un ambiente que tú podrías imaginarte muy pequeño, muy, muy doméstico, habitaba este inmenso genio. Claro, creando música celestial.

Paul Anwandter: Claro, así es. Tú terminas tus procesos de doctorado. Terminas tu vida en Estados Unidos o decides, mejor dicho, regresar. O sea, qué te impulsó a eso, porque ya estabas con la vida armada en Estados Unidos?

Regreso a Chile: decisión, sacrificios y reinicio

Cecilia Hidalgo: Sí. Mira, yo me he casado dos veces. A fines del año 72 terminó mi primer matrimonio. Cuando volvimos de Estados Unidos a Chile ese año, en abril —luego de mi primera estadía allá, donde había nacido mi segundo hijo, Pablo—, nos encontramos con un país muy, muy cambiado. Era un tiempo de mucha escasez. Recuerdo que se notaba incluso en lo cotidiano: cuando llegué a la farmacia y pedí, por ejemplo, una mamadera, me respondieron: ‘No, hace tiempo que no hay’. No teníamos dónde vivir. Tuvimos que instalarnos en la casa de mi papá porque no se podía arrendar nada. Todo era muy convulso. Creo que todas esas circunstancias nos fueron alejando cada vez más, y finalmente nuestro matrimonio terminó a fines de 1972. En 1974 comencé una nueva relación con quien es hoy mi marido, con quien llevamos 50 años casados. - Hace poquito celebramos nuestras bodas de oro. Nos fuimos a EE. UU. a principios del 74, con mis dos hijos. Él no tenía hijos, y siempre con la idea de que volveríamos pronto. Pero los años fueron pasando, y de repente ya llevábamos casi diez años en Estados Unidos. ¿Y sabes qué fue lo que gatilló definitivamente nuestra decisión de volver? Que Claudio —siempre un hijo muy capaz, muy inteligente, muy aplicado en sus estudios— pasó de Junior High School a High School. En la primera reunión de apoderados, nos dimos cuenta de que lo habían puesto en la orientación técnica, a pesar de que tenía excelentes notas en arte. Preguntamos por qué, y nadie supo darnos una explicación Entonces nos dijimos: es por ser latinos. Mi marido era profesor asistente en la Escuela de Medicina de Harvard, y yo tenía un tremendo laboratorio; todo había ido estupendamente bien. Pero dijimos: nos van a agarrar por nuestros hijos, los van a perjudicar, y no queremos que eso nos pase. Y así decidimos... y nos vinimos. Saltamos al vacío, porque no teníamos trabajo acá en Chile. Pero como los dos teníamos proyectos en Estados Unidos, yo le dije a la persona que manejaba el mío —el administrador—: Mire, ya llevo dos años y medio con este proyecto de cinco años, pero hemos decidido con mi marido volver a Chile. Y él me respondió: Nos interesa muchísimo que usted termine los experimentos propuestos, y puede llevarse una parte de la beca.

Paul Anwandter: Genial

Cecilia Hidalgo: Y lo mismo le dijeron a mi marido. Así que los dos volvimos, pero no volvimos con los bolsillos vacíos, sino que cada uno tenía una parte del proyecto que había ganado allá en la universidad.

Reinstalación en Chile y desafíos institucionales

Y aterrizamos trabajando un año gratis, ad honorem, en la Universidad de Chile, antes de que me contrataran. A mi marido le pasó algo parecido: también trabajó varios meses sin sueldo, hasta que a mí me contrataron en Medicina y Ciencia, en la Chile. Era muy divertido, porque en ese momento teníamos en la Facultad de Medicina a un decano militar, designado. Y cuando el colega que me recibió fue a plantearle mi caso —que yo ya estaba acá, y todo eso—, el decano respondió: “Pero nosotros no aceptamos científicas tan destacadas en esta facultad.”

Paul Anwandter: No sé si en realidad, en realidad es tragicómico, no? Y bueno. Y ahí empezaste a estructurar la carrera acá en Chile?

Cecilia Hidalgo: Cuando vine a Estados Unidos, tenía un director en el departamento en el Boston Biomedical Research Institute, con quien habíamos tenido muchas peleas, pero al final terminamos siendo muy buenos amigos porque él había huido de Hungría. Políticamente éramos opuestos: él había escapado de los comunistas y yo de Pinochet. Éramos muy diversos en ese sentido. Pero al final, cuando le dije que nos íbamos a Chile, me dijo: “¿Pero estás loca? Aquí en Estados Unidos tienes un estatus increíble como mujer científica. ¿Cómo te vas a ir?” Y yo le respondí: “No, yo quiero regresar a mi país y contribuir al desarrollo de la ciencia en Chile”.

Cierre emocional y Sentido del retorno

Paul Anwandter: Y cómo ves el resultado ahora después de lo que has hecho?

Cecilia Hidalgo: Si tú miras cómo era el desarrollo científico en Chile a fines de 1983, cuando llegamos, y lo comparas con cómo es ahora, es impresionante ver cómo ha evolucionado el país y cuánto conocimiento se ha generado. A los científicos se nos critica mucho; dicen: “Ah, lo único que quieren es producir papers”. Pero, por otro lado, hay que considerar que la ciencia se financia principalmente con fondos públicos, porque el sector privado prácticamente no aporta financiamiento. Está financiado por el gobierno chileno con dinero de todos los chilenos, y si el conocimiento que generas no lo publicas, es un conocimiento que nadie conoce, que nadie sabe que existe ni lo que tú estás haciendo. Por eso es tan importante comunicar lo que se está haciendo. Además, la ciencia es internacional, y en este momento Chile ocupa un lugar absolutamente destacado en América Latina. Sabemos que somos una comunidad científica pequeña, pero lo que estamos produciendo es muy relevante a nivel internacional. Piensa, por ejemplo, en la astronomía o en la neurociencia: lo que se está generando en Chile ha tenido un impacto muy claro.

Paul Anwandter: Ahora, tú también, en tu carrera, has sido líder de asociaciones e instituciones del mundo científico. ¿Cómo percibes esta mezcla —al menos desde mi apreciación un poco ignorante y quizás algo mercantilista— en la que parece haber una competencia por dónde se publica un paper, por el ranking que tienes, por cuánto impacto logras para poder participar en ciertos espacios? ¿Cómo percibes tú esa conexión un poco extraña? 

Cecilia Hidalgo: Mira, yo creo que esa es una visión simplista: evaluar el valor de un trabajo solo por el prestigio de la revista donde se publica. Lo que realmente importa es si ese trabajo tiene o no impacto, independientemente de dónde esté publicado. Hay investigaciones de premios Nobel que han sido publicadas en revistas de bajo perfil, pero que son verdaderas joyas y han sido ampliamente reconocidas por la comunidad científica internacional. Entonces, si uno quiere evaluar la contribución real de un científico, lo más relevante no es tanto dónde ha publicado, sino qué impacto han tenido sus trabajos. Esa, para mí, es una forma mucho más justa y precisa de medir, aunque lamentablemente no es la que más se utiliza.

Paul Anwandter: No se usa. Y a qué se debe que no se use esa forma y funcionen como categorías?

Cecilia Hidalgo: De nuestra medición? Por ejemplo, cuando tú postulas un proyecto aquí en Chile, lo que ven es el impacto de la revista y no el impacto de las publicaciones de la persona.

Paul Anwandter: Y eso sería factible de medir?

Cecilia Hidalgo: Todos esos datos están ahí. Mira, dicen que la mayoría de los trabajos que se publican, con suerte, reciben una sola cita de otra persona en el mundo. Ese es más o menos el promedio, lo cual es poquísimo, considerando la enorme cantidad de publicaciones que existen. Ahora, hay un indicador que se llama índice i10, que mide cuántos de tus artículos han recibido al menos diez citas a nivel internacional. Y, estoy tan contenta, porque alrededor del 90% de mis publicaciones tiene al menos diez citas en el mundo. Eso significa que el conocimiento que estamos generando aquí en Chile está siendo visto, reconocido y, sobre todo, está haciendo un aporte real al avance de la ciencia en ese campo, a nivel internacional.

Paul Anwandter: Fíjate en tu posición de formadora, cómo ves las nuevas generaciones que han salido de turno, por así decirlo?

Cecilia Hidalgo: No, yo siempre he pensado que, cuando me gané el Premio Nacional en Ciencias Naturales, lo primero que dije fue que este no era un premio solo para mí como persona, sino para toda la gente que ha trabajado conmigo. Porque somos un grupo. La ciencia —al menos la ciencia experimental hoy en día— no se hace de manera individual, sino que es siempre el resultado de la contribución de un equipo. He tenido la suerte de contar con alumnos y alumnas maravillosos: de doctorado, de magíster, de bioquímica, de veterinaria... todos ellos han hecho sus tesis conmigo, y todos han aportado de manera significativa. Ha sido muy lindo, y con todos mantenemos una relación de amistad muy profunda. Incluso organizamos encuentros en mi casa; yo los llamo “la reunión de la araña”, y ahí compartimos, convivimos, lo pasamos súper bien. Lo hacemos en verano, nos bañamos en la piscina… Es una tradición que disfruto mucho.

Paul Anwandter: Qué bueno, qué bueno. En cuanto a tu visión como cosmogónica política, cómo ves tú el momento actual, no solo de nuestro país? Pero cómo lo ves tú?

Cecilia Hidalgo: A mí me produce asombro, indignación, angustia verer cómo con todas las necesidades que tenemos en el mund!!. Piensa lo que pasó en la pandemia. Piensa cuánta gente hoy día está expuesta a a enfermedades que se podrían resolver si no gastáramos la cantidad enorme, enorme, de plata en guerras. Eso me parece increíble. Claro. No lo entiendo. No entiendo por qué.

Paul Anwandter: Por el sistema que se ha generado. Sí, pero, quién lo ha generado?

Cecilia Hidalgo: Falta de humanidad. Increíble.

Paul Anwandter: Yo creo que ese es el punto. La narrativa constituida desde tiempos inmemoriales nos lleva a esto.

Cecilia Hidalgo: Estas luchas de poder y esta marcha absurda. Por qué no nos preocupamos de que toda la gente tenga una vida mejor, sea más feliz, que no se mueran niños, pequeños como en África ? Claro, ese tipo de cosas lo encuentro increíble.

Paul Anwandter: Pero por un lado la falta de comida y por otro lado, gente botando toneladas de comida.

Cecilia Hidalgo: Angustia por cómo se pierde. Mira, cuando ves una película típica de las películas norteamericanas de Estados Unidos, no quiero hablar de Norteamérica porque ahí está Canadá también y México. Entonces, están las películas estadounidenses en que hacen una comida y si no les gustó, a la basura. Eso a mí me parece absurdo. O sea, es falta de respeto.

Paul Anwandter: Bueno, es una sociedad que era de abundancia. Hoy día ya no es tan equitativa la abundancia. Y es lo que estamos viviendo. Y cómo percibes tú la inteligencia artificial? En este desarrollo.

Cecilia Hidalgo: Puede ser una herramienta muy útil, pero que tenemos que saber usarla bien. No se nos puede arrancar de la mano. Y, por eso, creo que tenemos que mirarla con mucho cuidado, usarla bien. Pero es peligrosa.

Paul Anwandter: Se puede entender ese bien como éticamente bien. A eso te refieres?

Cecilia Hidalgo: Responsable.

Paul Anwandter: Éticamente responsable. Sí. Bueno, como toda las herramientas e invenciones. Siempre.

Cecilia Hidalgo: Siempre. Tiene dos lados.

Mensaje final

Paul Anwandter: No sé. No sé hacia dónde va. Y como mensaje final para otros, que puedan modelar tu carrera, tu éxito, tu energía. Qué mensaje le darías?

Cecilia Hidalgo: Creo que desde los albores de la humanidad, siempre hemos intentado entender el mundo en el que vivimos. ¿Qué son esos puntitos luminosos en el cielo? Piensa, por ejemplo, en los mayas y en cómo desarrollaron la astronomía. Desde civilizaciones muy antiguas, el ser humano ha buscado comprender no solo lo que lo rodea de manera inmediata, sino también construir una cosmovisión más amplia. Por eso, me parece fundamental respetar el espíritu creativo de las personas. Ya sea en el arte, en la ciencia o en cualquier ámbito, es vital no apagar esa chispa interior. Y, sin embargo, vemos cómo con frecuencia esa llama se va apagando, especialmente en niños y jóvenes, cuando no encuentran un horizonte, cuando no ven algo que los inspire, que los motive, que los entusiasme.

Paul Anwandter: Muy cierto, muy cierto. Bueno, esa visión ya viene desde los griegos antiguos, no? Esa visión cosmogónica e integradora de mente, cuerpo y espíritu.

Cecilia Hidalgo: Exactamente. Es tan importante no dejar que se apague esa llama interior con la que todos nacemos.

Paul Anwandter: Bueno, algunos la tienen más, como en tu caso y otros, algo menos. Así que te agradezco infinitamente tu tiempo, tu generosidad.

Cecilia Hidalgo: Y agradezco muchísimo. Me hiciste una muy maravillosa entrevista. Muchas gracias de corazón.

Paul Anwandter: Aquí estuvimos con la doctora Cecilia Hidalgo. Espero que disfruten y aprendan mucho de sus patrones mentales y de su pensamiento.

 

Leer 16 times Modificado el Martes, 23 Septiembre 2025 01:05
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