Por Paul Anwandter
P: Sé que tienes una vida extremadamente resiliente. De partida, tienes tres nacionalidades. Y algo que me pareció sumamente interesante: estudiaste historia del arte, periodismo, eres productor de televisión, conductor de televisión de CNN por seis años, hiciste muchos programas de televisión y, aparte, ahora eres conferencista internacional, escritor de varios libros y best sellers. Algo que me llamó mucho la atención es que fuiste elegido entre los 50 más bellos en el año 2015. Supongo que no postulaste a eso. Eres filántropo, haces miles de cosas, ¿pero quién eres tú?
I: Qué buena pregunta. Soy ese Ismael que se reparte entre muchísimas aspiraciones. Soy el Ismael más joven
que mencionó People en español, en esa lista de los 50 más bellos, y en ese momento, el ego de ese Ismael reivindicó la lucha del adolescente que no se sentía atractivo, que fue víctima de bullying por no ser el macho típico, que creía en la violencia como mecanismo de preservación y autodefensa.
Entonces, fíjate, cómo algo tan aparentemente vanidoso en mi historia hasta los 53 años que pronto tendré en septiembre, ese episodio que parecería algo muy superficial, al Ismael adolescente lo reivindicó diciendo: “guau... tanta gente se burló de ti, porque aparentemente no eras guapo, eras demasiado delgado, con orejas muy protuberantes”. Tantas cosas. La revista a mí me hizo sentir que la belleza realmente es un trabajo que uno hace con su interior.
Entonces, si tú me preguntas, hoy, con 52 años, Ismael es un estudiante de vida. Ismael, realmente, ya se pudo probar muchas cosas hacia afuera de lo que la sociedad llama éxito, por logros, por aplausos, por premios, por reconocimientos, y hoy busca más ese reconocimiento hacia adentro, de todos los días saber que ha trabajado, que ha tenido tomas de conciencia, que es un mejor estudiante de la vida para poder ser un maestro en formación, que comparte procesos, herramientas, con otros seres humanos que están listos para montarse en este tren del autodescubrimiento. Porque al final eso es lo único que yo promuevo. Es auto-descubrimiento, cuando nosotros nos conocemos más, nos comprendemos mejor y nos podemos superar a nosotros mismos más fácilmente.
P: Muy interesante la perspectiva y, desde ahí, veo que tú escribiste un libro que es Fluir para no Sufrir, lo cual pareciera que viene embutido en parte de tu ADN y hablas de principios. ¿Cuáles son esos principios de forma genérica? Porque hablas de once principios.
I: Once es un número maestro y la verdad es que llegar a once no fue un trabajo del que tengo el crédito. Yo tenía siete principios y luego, como tengo un grupo de personas que hacen un proceso que lidero con otros coaches expertos a los que invito por un año a dar master clases, que se llama Influencers Circle o el Círculo de Influencia, –que es, realmente, para mí nuestro programa más preciado, porque por un año completo puede dar seguimiento a la transformación de seres humanos que ya han asumido su capacidad de liderazgo a nivel de familia, empresas, organizaciones, etc. Este círculo llevó de siete a once los principios del líder Bambú.
¿Cuál fue el criterio? Crear una metodología de liderazgo mindfulness, o sea, hacia adentro, exponencial, usando las tecnologías que hoy tenemos hacia afuera, para crecer alrededor del mundo. Todos esos principios empiezan con integridad pasando por fuerza serena, espiritualidad, pasión, colaboración, resiliencia, versatilidad, gratitud, conciencia y elevación y no sé si me quedó alguno de los once. Tal vez, flexibilidad. Estos son los principios. Todos haciendo biomímesis, o sea, estudiando cualidades del bambú –que es una planta tan venerada en el Oriente– y cómo podríamos aplicar esos usos y principios y cualidades del bambú al liderazgo que hoy el mundo necesita.
P: De hecho, vi que ese era uno de tus libros, Secretos del Bambú.
I: Ese fue el primer libro en que yo me empecé a meter a fondo estudiando el bambú. Fue una fábula para jóvenes y luego escribí un libro para niños, para que sean como el bambú, bilingües, y luego dije, aquí hay una propuesta que me llega de principios, que es un nuevo modelo de liderazgo, y yo le llamo “el líder bambú”, que es el líder consciente, flexible, íntegro, que practica la versatilidad y que tiene esa posibilidad de expandirse como el bambú hacia la luz, pero con raíces muy firmes y trabajando en colaboración, que es otro de los principios.
P: Pareciera que detrás de todo tienes una ética y una moral bastante clara, cosa que hoy por hoy, en el mundo de los negocios, se ve un poco difusa. ¿Cómo haces para llegar con tu mensaje a esta, como medio “foggy”, que existe de ética y moral?
Creo que con la coherencia de lo que soy y lo que somos, pues siempre le digo a cada uno de mis colaboradores, “Ismael Cala ya es una firma, es un ser humano, pero, al mismo tiempo, es una firma”. Y es crear coherencia con una firma que lleva un nombre y un apellido, que es una marca personal, pero que también es una marca de un equipo de personas que colaboran a través de nuestras empresas, o incluso de nuestra fundación Ismael Cala, que trabaja inteligencia emocional con jóvenes en zonas vulnerables de EEUU y América Latina. Siento que es eso.
Tienes razón. Yo lo veo como que hay mucha incongruencia entre lo que digo y lo que soy, por eso siempre intento –y creo que lo logro– que el mensaje de Ismael tenga mucho de verdad de lo que siento y lo que profeso en mi vida con mi propia práctica, porque siento que si no, somos charlatanes, y más en el mundo de la transformación personal, del coaching, de la mentoría.
Hoy cualquiera que tiene Instagram se cree fotógrafo, aunque no tenga idea de hacer fotografías, y cualquiera que pone tres frases en Instagram se llama motivador, cosa que, por cierto, yo no uso como palabra para mí. Siempre le digo a las personas: “Que te motive tu abuela. La responsabilidad para que te motiven, por favor, es de las abuelitas”.
Ahora, si tú quieres estrategias, si quieres protocolos, si quieres hacer el trabajo e ignorar los atajos, Ismael Cala está aquí para decirte qué trabajo hizo, qué le funcionó, y cómo creo que el éxito deja huellas y que uno es una obra de arte que se autocultiva y construye a partir de muchas fuentes y haciendo un trabajo de expansión. Entonces ese sí es el propósito.
Por eso creo que congruencia y coherencia son las palabras que más me repito a mí mismo, porque es lo que quiero que los demás vean en mí, lo que siento que veo en mí, que es el trabajo de una congruencia profunda, porque creo en lo que digo, creo en lo que hago y cambié de profesión justamente porque era un llamado que sentía yo desde lo más profundo de mi corazón.
P: Sí, se nota que hablas con mucha integridad y vehemencia. El nombre del libro Fluir para no Sufrir tiene una implicación, porque dice que si no fluyes, sufres y, desde ahí, ¿a qué tipos de sufrimientos te refieres tú que impulsa ese fluir?
I: Es una pregunta muy interesante, porque lo menos que a mí me gustaría es que alguien piense que cuando digo “fluir para no sufrir” es que te resbale todo, que no te importe nada y no te involucres en nada. Al contrario, siempre menciono el alto compromiso de hacer que el mundo sea mejor, de saber que si hay injusticia, soy parte de la solución y no del problema.
Ahí es donde voy, el fluir es nuestra energía vital, que es una. Adonde nosotros llevamos nuestro foco y nuestra atención, allí algo crece. A lo que le quitamos foco y atención, le quitamos el alimento, que es nuestra energía, se debilita. Entonces, ¿qué tendemos a hacer? A lo que no nos gusta, tendemos a resistirlo con nuestra fuerza bruta. Las expectativas son tan rígidas en nuestra mente que todo aquello que la realidad nos lanza que no se parece a mi mapa mental, lo resisto, me quejo, empiezo a sufrir, me contraigo, mi energía se pone rara, por lo tanto, ya dejó de vibrar en positivo y empieza a vibrar en toxicidad. ¿Y qué sucede? En vez de que eso cambie, al contrario, más me resiste, porque yo estoy oponiendo una fuerza bruta.
Entonces, al final uno cambia lo que no le gusta, pero lo cambia desde la consistencia de no hacernos mala sangre o de no permitir que nos encerremos en algo que no nos invita a avanzar.
P: Me suena muy interesante porque es una aplicación muy oriental de los principios del Aikido, donde usas la energía no en contraposición, sino ayudando a que fluya.
I: Correcto. Y lo practico todos los días con Chi Kung, que viene del Aikido, y del Tai Chi Chuan, que es justamente el arte de la no resistencia. Uso el golpe de mi adversario, pero no para enfrentarlo de lleno, sino para usar esa misma energía para mantenerme sereno y, la verdad, es que a mí me ha funcionado mucho la práctica de esa respiración dinámica, esos ejercicios de Tai Chi Chuan. Muchos problemas que antes me quitaban la paz, los veo hoy y mantengo la paz y los puedo solucionar de una manera más asertiva que lo que hacía hace diez o quince años.
P: Increíble cómo de repente las culturas que nosotros manejamos –que a veces las vemos tan específicas de un cierto contexto– se plasman con los contextos donde estamos, porque parece la contraposición y –perdona que traiga esto a colación– y es lo que se está viviendo en EEUU de Norteamérica, donde, eventualmente, se dice que para combatir las armas los asesores deberían tener más armas.
I: Horroroso. Mira, me voy a meter en camisas de mil varas, no de once varas, porque meterse con las armas en este país es una mala palabra. Es un derecho constitucional, que una gran parte de los estadounidenses –y yo me considero parte de los estadounidenses, por eso puedo hablar, porque aunque no haya nacido en este país, decidí vivir aquí, aprenderme las reglas del país y decidí hacerme ciudadano americano, además de canadiense–, así que para mí es un conflicto de intereses con la democracia y la libertad. Aquí se usa el pretexto de que tener armas es protegerse. Me pregunto: ¿cuándo vamos a terminar esa espiral de violencia? ¿Cuándo vamos a poder realmente dar el mensaje de que no es con armas que se logra la paz? Es desarmándonos, usando el amor como arma y no las armas de fuego que nos destruyen. En eso sí soy un poco radical, aunque sé que es muy controversial el tema. Sé que te ganas enemistades y, de hecho, hay alguno que otro periodista internacional que ha tenido que salir de EEUU cuando ha intentado dar opiniones, porque acá es muy conflictivo ese tema. Pero es que lo veo, hay más tiroteos, y más armas se venden después de un tiroteo. Porque la filosofía de mucha gente es decir “tenemos que estar protegidos”.
P: Bueno, una de las características que he percibido al leer tu obra es la integridad que tienes y, además, la apertura como para marcar tus posiciones valóricas con fuerza. Te escuché en una ocasión hablar sobre el comunismo y era muy fuerte. Usaste palabras de grueso calibre.
I: De grueso calibre. Ahí sí, siempre digo que es una m… , es una porquería. Y lo digo con conocimiento de causa, porque pasé 28 años de mi vida por un lavado de cerebro muy fuerte, de un adoctrinamiento del que todavía hay vestigios y rezagos en mi cabeza. Celebro lo que me tocó vivir, no pienso que mi historia allí haya sido negativa. Al contrario, me ha traído entendimiento, me ha traído posibilidad de hacer meditaciones profundas. No celebro que el capitalismo sea la panacea y el sistema perfecto, pero, por lo menos, a mí me ha funcionado, siento el poder y tratar de lograr una independencia financiera económica, emprendimientos, devolverle a la sociedad con una fundación.
Siempre digo, si pude yo, que vengo de un país comunista –de Cuba y salí a los 29 años– por qué no puede cualquier otro intentarlo y lograrlo… Realmente, entre los dos mundos, escojo este.
P: Haciendo el recuento de tu vida y de la integridad de los valores que promueves y que elegiste… ¿Qué hizo la diferencia de la diferencia comparado con otros? Tú lo haces parecer muy simple. Como “yo dejé de fumar y lo hice”, o “dejé de tener tal vicio y lo hice”, pero la pregunta es ¿por qué lo hiciste como lo hiciste tan bien y otros no lo logran?
No era tan fácil migrar dentro de la propia Cuba en ese momento. Estaba en La Habana y ya me veía afuera. Creo que el poder de creer en mí –a pesar de haber sido alguien con autoestima muy frágil en la adolescencia y con una serie de conflictos de identidad– aún, paradójicamente, siempre confíe en que podía construir una mejor versión o un mejor futuro y, luego, dedicarme a tener disciplina en conseguir a largo plazo las metas. Por ejemplo, aprender inglés, que lo aprendí en nueve meses. Nunca lo aprendí en Cuba –y estuve años estudiándolo– pero me entraba por un oído y me salía por el otro, y en Toronto, Canadá, mi determinación fue tan alta, que en nueve meses aprendí inglés, al extremo de irme a hacer un examen de proficiencia de inglés en la Universidad de York y pasar ese examen, sin necesidad de tomar clases de inglés como segunda lengua. Creía que sí las necesitaba, pero ellos dijeron que no.
P: Muy cierto. Nos hemos constituido siempre gracias a alguien o “álguienes”. Cuando tú planteas esa fuerza, esa energía, mi pregunta ahora más bien, como docente, como profesor, que tú también lo eres, es ¿cómo transfieres eso que quieres a tus alumnos, a tus discípulos?
I: Siempre me ha gustado la docencia y comencé a dar clases cuando ni siquiera me había graduado de historia del arte –que fue mi primera carrera– y cuando era estudiante del cuarto año de historia del arte, ya era profesor de los de primer año de didáctica de la enseñanza de la historia del arte y, luego, de artes audiovisuales.
Siempre me ha encantado aprender y estudiar, para transmitir eso que he estudiado y aprendido, y la verdad, lo que nunca me imaginé es que iba a enseñar a otros –como una especie de coach de vida o de estratega de vida y emprendimiento– las cosas que a mí me habían funcionado de una manera privada y por desesperación. Por eso me hace sentir muy útil el poder enseñar.
Lo primero que le digo a las personas es que nadie puede propiciar el cambio en otro. La puerta del cambio, la transformación personal, tiene una única cerradura y se abre desde dentro. Nadie que viene desde fuera puede abrir el cambio para otro porque no hay llave afuera. La llave está adentro y la cerradura se abre desde dentro. Por lo tanto, es un acompañamiento que uno hace a esas personas que dicen “me he dado cuenta de que somos procesos”, como dijo José Ortega y Gasset. Los seres humanos no somos un participio, no estamos del todo hechos, somos un gerundio, nos estamos siempre haciendo.
Luego, desde el entendimiento de que el proceso de nuestra existencia, de nuestra vida, es un proceso sin límites, sin fin, de tomas de conciencia y elevación de estos estados de conciencia, no hay graduación. La graduación de la escuela de la vida es la transición que llamamos muerte para pasar a algo superior y en más paz. Eso es, pues, lo que comparto con mis estudiantes, con las personas que vienen a los seminarios, con los que vamos a encontrar el 26 de noviembre en Santiago de Chile.
Lo que les digo a mis estudiantes, “vamos a poner el intelecto donde va porque hay mucha gente que se enferma de tanto pensar. Trabajemos primero nuestra energía, nuestra liviandad del ser, lo que soy en lo profundo, mucho más profundo que mi identidad social, intelectual, cognitiva llena de etiquetas y cuando sienta que soy algo que vibra bien y que la energía está bien, entonces lidio con ese torbellino de cosas que es nuestra mente humana”. A veces nos enferma, a veces nos vuelve loco. Como tuve que trabajar un vestigio temprano de esquizofrenia, alrededor de mis 15 años, tuve que entender que la mente, cuando está medio rara, no se cura a sí misma. Tiene que venir nivel conciencia por encima para hacer una intervención. Y desde ahí es que manejo todos los procesos que dirijo, desde un nivel alto, que es el nivel de la conciencia para que la consciencia intervenga en mente y la mente intervenga el cerebro.
P: Siento en ti una energía de un sobreviviente que quiere rescatar a mucha gente. ¿Hay algo de eso?
I: Sí, lo hay. Lo hay. Fíjate que el otro día le estaba diciendo a alguien que me preguntó y yo le decía que he notado que en mí hay una alta necesidad de liberar a otros, ya que no pude liberar a mi padre, por ejemplo. Una alta necesidad de liberar a muchos seres humanos, ya que no puedo liberar a mi hermano que sufre de esquizofrenia. Hay mucha gente cercana y yo he sentido mucho sufrimiento.
Siento que en el proceso de ayudar a liberar a tantas personas hay un proceso de liberación personal, de la impotencia que Ismael siente de la vida que le tocó a su padre, del tema de los suicidios. Por ejemplo, hace unos meses se acaba de suicidar otra de mis tías, hermana de mi padre. Cuando yo tenía 14 años se suicidó una de mis tías. A mí me ha tocado ver el suicidio de cerca, ver el tema de las enfermedades mentales y cerebrales muy de cerca y obviamente ha habido mucha tristeza en Ismael.
Llegué a todos estos elementos que otros estudian por inspiración, para ser médicos, para sanar a otros. Yo estudié todo esto –psicología y psiquiatría– por desesperación, para entender cómo salvar mi propio cerebro y mi propia mente. Luego me funcionó tanto que cuando conté la historia en El Poder de Escuchar, mi primer libro, mucha gente se sintió identificada y venían con preguntas. Entonces me dije, ahora sí me toca organizar esto, porque nunca pensé que tendría que transmitir toda esta información y, además de eso, me comprometió con seguir estudiando, con irme a talleres con Bruce Lipton, el padre de la epigenética, con hacer talleres con Deepak, con convertirme en un gran amigo y colaborador de Deepak Choprak, John Maxwell, Don Miguel Ruiz. Es decir, he tenido el privilegio –como periodista en una cadena como CNN Español por tantos años– de la llegada a todas estas mentes brillantes y poder nutrirme de ellos y, luego, ser hasta colaborador de ellos. Entonces, ese es el camino corto, digamos, pero ha tomado muchos años llegar aquí hoy.
P: Bueno, más que años, yo diría sabiduría de cómo ir siendo resiliente en cada momento de transición para reconstituirte y avanzar, cosa que no es simple. Y desde allí me llamó mucho la atención un libro que llamaste Un Buen Hijo de P… y supongo que hablas de Pintor…
I: Sí, es un libro maravilloso, porque tiene que ver con el cambio y la resignificación de cosas que tenemos almacenadas en el cerebro. Quise usar esa frase, que ni siquiera a veces nos atrevemos a terminar porque ya tiene un significado pregrabado, y quise que se convirtiera en una frase que la gente pudiera gritar “¡Soy un Buen Hijo de P!”, porque se refería a tres significados, totalmente diferentes: pasión, paciencia y perseverancia.
Tenemos pasión, tenemos una dosis de paciencia para no abortar y frustrar nuestros propios sueños a destiempo y tenemos perseverancia, sin ser testarudos, porque hay una fina línea ahí de perseverar cambiando y variando mi acercamiento a lo que quiero. Creo que eso me convierte en un buen Hijo de P que puede conseguir sus sueños más ambiciosos siempre y cuando tenga sentido en la gratitud profunda, de agradecer y aceptar lo que hoy soy, y es uno de los libros que más ha llegado a los jóvenes, cosa que me da mucho gusto porque fue escrito con eso en mente, con un público de lectores juveniles.
P: Bueno, la idea del título no da a entender que se conecta con paciencia y perseverancia. Nos da a entender que hay un oxímoron, porque es muy difícil, muy difícil, ser un buen hijo de P…, si uno es bueno en general.
Lo que sucede es que esa palabra no es la que tiene esos tres puntos suspensivos, es la que está archivada por lo histórico de usar solo HP, Hijo de P. Pero cuando nosotros le damos un nuevo significado –y a mí me encanta eso– yo lo llamo paranoia invertida, que todo lo que de alguna forma tiene una connotación negativa, puedes lograr que tenga una connotación positiva cuando lo reconfiguras. Por ejemplo, lo hice también con El Negocio de Ser Tú, que es un programa y una plataforma de entrenamiento para emprendedores.
La palabra negocio a mí me la colocaron en un titular que decía “Ismael Cala: El Negocio del Positivismo” y no fue con tan linda intención. Fue como decir que del positivismo hacemos un negocio. Esto me parece maravilloso, porque no vendemos armas, no vendemos licor, no vendemos, o sea, no hay efectos secundarios en transformar a las personas, ¿y deberían pagar por eso? Sí deberían pagar, porque si no, no le ven valor. Lo que nosotros regalamos a otros muchas veces no se tiene en cuenta, no se valora, porque no invertimos, porque no nos cuesta. Entonces, como yo vengo del socialismo, la verdad te digo, el regalar crea paternalismo. Pienso que la gente debe invertir en lo que quiere, sobre todo si es para su propio crecimiento.
P: Sí he escuchado críticas así de negativas, también de la obra de un señor que debes ubicar probablemente, Mario Kreutzberger, o Don Francisco, se le conoce más por ese nombre. Y él es muy criticado porque se traduce en negocio la Teletón, pero al final son cientos de miles de niños y personas que han sido ayudadas por eso. Es una mezcla interesante entre negocio y beneficencia y se le acuña a eso una manera negativa, porque el estado igual no lo hace, pero él lo hace. Ahora, como estratega de vida haces esa mezcla entre vida y negocios con esa energía tan positiva que tienes tú, ¿cómo lo enseñas hacia otros?
I: A mí me ha funcionado no iniciar nada de negocios pensando en dinero, que me parece un subproducto muy interesante y lógico de cuando tú te enfocas desde tus pasiones, tus dones, talentos y lo que te gusta, que es añadir valor a otros.
La verdad así ha surgido todo Cala Enterprises. Surgió porque a mí me invitaron a hacer dos conferencias a niños y jóvenes adolescentes en Lima-Perú y en Guayaquil, Ecuador. Cuando vi los ojitos de ellos, me dije “me encanta esta interacción en directo más que las cámaras de televisión. Vamos a hacer conferencias, seminarios”. Me gusta esto del desarrollo humano, la autoayuda a mí me ha salvado la vida. Sé que otros la denigran, pero a mí me importa poco, porque, en definitiva, si me ha servido a mí… Siempre digo que no soy un espécimen tan raro como para que no haya otro ser humano al que le funcione lo que a mí me ha funcionado o que le guste lo que a mí me gusta. Siempre pienso eso, siempre digo no puede ser Ismael único. No. ¡Hay muchos que se le parecen!
P: Bueno, uno siempre se ve como poco raro. A mí me pasa a cada rato, pero en realidad somos raros ….
I: Somos raros y hay que potenciar la rareza, porque en nuestra rareza está nuestra grandeza. Yo hoy potencio mi rareza, pero en muchos momentos la intentaba ocultar. Pero en cuanto a negocios, realmente, por ejemplo, me gusta viajar. He hecho de mi gusto por viajar una oportunidad de negocios a través de Cala Mundos, donde creamos unos viajes con acompañamiento espiritual y emocional, pero fantásticos… como dirían en España, “de puta madre”.
Todas las ideas de negocios –como yo se lo transmito a las personas– es si los negocios van a surgir de cosas que de verdad te gustan ni siquiera las vas a tomar como trabajo, porque hace mucho tiempo que yo no uso la palabra trabajo. Estoy entretenido en mi misión, estoy entretenido con las oportunidades que creo, que provoco, que permite mi vida. Entonces, al final es un riesgo y el riesgo es que por tanto entretenimiento en tu misión no tengas el balance entre tiempo libre, trabajo, verdad o tiempo libre. Esas son las cosas que ahora estoy cuidando, porque lo mismo estoy haciendo un evento un sábado, que teniendo una firma de libros, como la que acaba de pasar un domingo. No tengo el concepto del lunes a viernes, como la mayoría del mundo.
P: Me gustaría compartirte una visión que considero como muy dialéctica, en donde tenemos empresas como Apple, Google, Amazon, que son grandes potencias tecnológicas y que viven para mostrar cómo la calidad de vida es buena, pero adentro son un ejército lo más perro que hay y descueran a sus trabajadores. ¿Cómo percibes tú esa dicotomía de valores entre lo que se muestra y se vende y lo que son adentro?
I: Me gustaría pensar que en ese tipo de empresas con tantos recursos y tantos millones de dólares hay un mejor cuidado de la calidad de vida de los colaboradores, porque, al final, en toda empresa el recurso humano es el más importante, y claro, no es así en todas.
Hace cuatro años dimos un acompañamiento continuo a una empresa en San Diego y ahora vamos a ir nuevamente en todo este proceso después de la pandemia. Y lo que nos pide la CEO es “Sanando el corazón” de muchas personas que en la pandemia han experimentado pérdidas de seres queridos, que han experimentado estrés crónico, con somatización en el cuerpo. Pienso que es interesante que esté la sensibilidad de un CEO, ver el valor y convencer a una junta directiva de invertir en este tipo de evento que sale del corazón, sana la mente y realínea al colaborador. Por lo tanto, la empresa al final se beneficia, porque todo el mundo vuelve a integrarse en esa ruta de productividad y abundancia para la empresa y para todos los que forman parte de la empresa.
Mi experiencia con algunas empresas en las que he trabajado es que cada vez se le ve un poco más de valor a esto. Es una pena lo que mencionas, que algunas empresas, que son las más rentables del planeta, no inviertan esa rentabilidad hacia dentro.
Mira qué interesante. Google fue una de las pioneras que tuvo un programa de Mindfulness en sus filas. Un ingeniero de Google creó el programa Search Inside Yourself y tuvo tanto éxito este programa de mindfulness y meditación, que el ingeniero se fue de Google y montó su propia consultora. Google tuvo este entendimiento hace ya unos cuantos años, de que el desarrollo holístico integral del ser humano era incluso favorable para la mejoría de las ventas y la productividad de la empresa.
Entendiendo tu misión, tu visión y tus valores, me pregunto, ¿de qué manera podrías llegar a más gente si es que no fuera por la televisión? ¿Y a qué se debe que aún no haces esto mismo, pero ya mucho más masivo? ¿O ya lo tienes pensado…?
Creo que va llegando el punto crítico para que eso suceda y tu pregunta es una confirmación. Necesitaba un tiempo fuera de los medios, era algo que necesitaba para mí. Llegó un momento donde me sentí tan sobreexpuesto con ese programa de Prime Time de CNN, todos los días salían titulares con mi nombre, todas las entrevistas con un presidente, que en política me producía un maremoto de repercusión de prensa internacional. Llegó un momento donde me sentía como personaje, casi perdido en mi identidad de persona. Ese Cala de personaje era más prominente y tenía más vida que el Ismael fuera de las cámaras.
Me dije, “esto me preocupa, necesito volver a la congruencia y necesito hacer un chequeo de mi ego, que está viviendo por la necesidad de los titulares, de los aplausos”. La verdad es que me saturé y necesitaba estos ya seis años fuera de las cámaras, porque exige un manejo del ego, exige un manejo de la misión, exige un manejo del entendimiento, de para qué estoy aquí, para servir o para que el medio me sirva a mí.
A mí me ha resultado sanador este tiempo de ausencia de los medios masivos. Sin embargo, tienes toda la razón, pues he crecido mucho, quiero impactar a más personas y los medios masivos son ese vehículo, porque las redes sociales son de nicho. Las redes son masivas, cada vez más masivas, pero son de nicho. Los medios masivos son más heterogéneos, les puedes hablar a mucha gente y no solo a un nicho que te sigue a ti porque le interesa el desarrollo personal.
Mi próximo desafío es cocrear un espacio con alguna cadena de televisión o alguna plataforma, porque a lo mejor es cadena o a lo mejor es Netflix, a lo mejor es Prime, o a lo mejor es Google, no lo sé, pero sí estoy abriéndome y ojalá que lo que queda del 2022 sea el espacio donde ya se cocine un programa o una plataforma y que podamos lanzarlo. Yo creo que ya estoy listo para eso…