Jueves, 06 Febrero 2025 15:39

Entrevista con Elena Espinal

Entrevista con Elena Espinal

Por Paul Anwandter

El coaching es una disciplina en constante evolución, capaz de transformar vidas y organizaciones a través de la conversación y la reflexión. En esta entrevista exclusiva, Paul Anwandter conversa con Elena Espinal, una de las figuras más influyentes del coaching en Latinoamérica, cuya trayectoria abarca desde la odontología y la investigación científica hasta el desarrollo del coaching como profesión en la región. 

A lo largo de esta charla, Elena comparte su fascinante viaje personal y profesional, marcado por la búsqueda del conocimiento, la transformación interior y el impacto en la vida de los demás. Su historia nos lleva desde sus inicios en la medicina hasta su encuentro con el coaching, pasando por desafíos personales, el cuestionamiento de paradigmas y la construcción de modelos de aprendizaje que han influido en generaciones de coaches.

 Más que una conversación sobre coaching, esta entrevista nos invita a reflexionar sobre el humanismo, la empatía y la necesidad de ampliar nuestra conciencia en un mundo que exige cada vez más conexión y visión de futuro. Acompáñanos en este recorrido por la historia, los principios y la visión de una líder que ha marcado un antes y un después en la profesión.

P: Gracias por tu gentileza de ayudarnos con la revista. Y también para hablar de ti, de tu trabajo, de tus visiones. Así que hoy día estamos a 31 de julio del año 2024. ¿Y en qué parte del planeta te encuentras?

E: En este momento estoy donde vivo, en lo que yo llamo mi casa, el terreno donde creo tener más raíces y es México. Yo vivo acá hace 26 años ya. Aunque tengo un pedazo del corazón en la Argentina y cuando llego tengo la alegría de escuchar el lenguaje de allá con el que me crié, con el que estudié. Pero bueno, me fui. En el año 98, me vine a México, me vine contratada por una empresa como coach y mira donde estoy. Me quedé acá.

P: Increíble. Tienes poco acento mexicano, por decir algo.

E: Tengo muy poco acento mexicano. Yo creo que esas son las cosas que son más para mí. Más difíciles de perder. De todas maneras, cuando voy a Argentina, me preguntan qué me pasó. O sea, hay algo que sí se contagió. Por lo menos algunas palabras. La semántica cambió un poco, pero no el acento. Claro que sí me hice a la comida mexicana y como mole y como chile.

P: Es que es deliciosa la comida que tienen en México.

E: Vivo como mexicana.

P: ¡Qué bien! Vi que tu profesión de origen no es haber sido un coach. ¿Cómo llegas tú al mundo del coaching?

E: A ver, es un largo camino. Te hablo de muchos años atrás. Yo tengo una familia, es decir, mis padres eran profesionales, los dos eran odontólogos y eran muy reconocidos, gente que fue líder en su terreno. Mi padre como cirujano, mi madre como odontopediatra eran muy reconocidos y para ellos yo soy la hija mayor. Tener un hijo que siguiera esa tradición y que, como decían ellos, continuara el apellido.

P: Ah, sí, así.

E: Era muy importante. Claro, entonces cuando yo tenía 16 años o 17, estaba por entrar a la universidad, y mi padre, que era un hombre súper formal, se sentó en su sillón, me invitó a sentarme con él y me dijo “bueno, señorita, supongo que ya debe haber pensado –cuando él hablaba de cosas serias, hablaba de usted– se debe haber preparado para esta conversación. Yo quiero saber qué va a ser de su vida”. Y entonces le dije: “mira, papá. Sí, lo pensé. Hay dos cosas que a mí me fascinan. Me fascinan las letras y me fascina la medicina”. Y me dijo “muy bien, muy bien. Pero mire, las letras, como la música, quedan para el corazón, para los jóvenes, –yo tenía muchísimos años de música. Empecé a los cuatro años, así que tenía más años en el piano que sin piano–. Usted va a seguir leyendo siempre y va a seguir haciendo música siempre. Pero de eso no se vive. Lo de la medicina me parece súper interesante. Ahora dígame, usted querría tener hijos alguna vez? ¿Querría casarse?”. “Sí, claro, por supuesto”. Dijo “bueno, pues si usted quiere hacer eso, no tiene que ser médica, porque los médicos se tienen que dedicar a su profesión. No tienen noche, no tienen día. Así que, ¿qué le parece la odontología? Que es la medicina de la boca”.

P: Qué buena es la manipulación. Con un interés muy real, pero al mismo tiempo ayudador, ¿no?

E: Y muy genuino. Entonces, antes de que yo dijera que sí, dijo “Me parece fantástico, usted va a ser odontóloga”. Y entré de cabeza en la universidad, en donde los primeros tres años estuve fascinada porque es una carrera que en aquella época tenía mucho de común con la medicina. Entonces estaba fascinada y en el 4º año las cosas se reducen casi al tamaño de una muela. Y ahí me quise morir. Pero en aquella época no podías decir “me voy”. No, no. Entonces seguí estoicamente hasta el final. Esta es otra característica mía. Si hay que hacerlo, lo voy a hacer. Y lo hice. Y me recibí con todos los honores. Mi padre estuvo feliz. Me gané todos los premios. Llega el momento de hacer la tesis doctoral. Yo quería seguir haciendo cosas, y mi padre me quería cirujana, pero en aquel momento no había lugar para una mujer cirujana. Y dije “esto no es para mí”, son ganas de pelear. Por eso no tengo. Y entré en otro mundo que de chiquito se vuelve grande, que es a través del microscopio. Y entré en la patología con un maestro que me enseñó la rigurosidad. Me enseñó a investigar, me enseñó a publicar seriamente. Un hombre súper reconocido, Rómulo Cabrini. Y con él hice mi gran carrera científica. La verdad es que hice una carrera importante, fui investigadora del CONICET, donde están los investigadores más serios. Es un lugar donde se investiga y se le paga. En aquella época, tuve todas las becas del CONICET. Entré en carrera de investigadora y cuando llegué a investigador asistente –jamás voy a entrar en la otra parte de la historia–. Fui profesora adjunta de patología. O sea, hice un carrerón con toda la seriedad del mundo, pero mi papá empezó con trastornos hepáticos, con un cáncer de hígado. Yo tenía una relación muy importante con mi papá, de profunda admiración con su carrera, quien era, los valores con los que se manejaba. Era un hombre muy rígido, no era la dulzura ni la ternura. No venía por ahí. Pero me di cuenta después de que él murió, que todos los premios que obtuve en mi vida, yo iba y se los entregaba a él. Y en el consultorio estaban todos los diplomas míos pegados como si fueran de él. 

Hubo otra cosa muy íntima. Pero cuando estaba muriendo, tuve el honor, los tres hijos estuvimos con él, pero poquito antes de eso, que él se daba cuenta, era clarísimo, y era un hombre brillante que se iba a ir, empezó a llamarnos a cada uno para despedirse, y cuando llegó a mí, me dijo “Yo quiero que sepas que fuiste la hija de mi corazón. Que todo lo que yo hubiera supuesto de un hijo lo obtuve contigo”. Y yo me enojé mucho en ese momento y le dije: “¿Por qué no me lo dijiste antes?” Porque siempre sentí que me faltaba algo más, que nunca estaba completo el tema. Y entonces me dijo: “No”. Pero mi padre era el que decía nueve. ¿Por qué no diez? Diez era su obligación. O sea, siempre estuvo la presión por “tú puedes más”. Y yo siempre creí que me faltaba más. Entonces, en ese momento yo creo que tomé otra decisión. Y fue: “yo no quiero trabajar solamente para la perfección o el llegar muy lejos. Quiero trabajar para el amor. A mí me hubiera gustado más abrazos de mi papá, más afectos, más reconocimiento y eso no estuvo. Evidentemente, esas cosas me fueron marcando. Y recuerdo un día, haciendo diagnóstico, era un miércoles que a mí me tocaba hacer guardia en la parte de patología de quirúrgica. Había diagnosticado un adenocarcinoma de mama, o sea, un tumor maligno de mama. Y de golpe se abre la puerta y entra una mujer joven y pide por ese número que yo hacía una hora que había diagnosticado. Entonces la llamo a la preparadora y le digo “Ahí viene la de no sé, de mama”. Y Paul, yo no sabía nada de escucha, pero en ese momento me escuché y dije “yo estoy loca. Esta mujer tiene 32 años. No sé si tiene hijos, no sé si tiene un amor. Seguramente puede tener sus padres. Debe tener un montón de sueños. Le quedan cinco años de vida como mucho. Y yo digo Ahí viene la de no sé, de mama”. ¿A dónde me fui? Me volví loca. Y empecé un camino inverso. Encontré una mujer extraordinaria que en ese momento hacía unos entrenamientos. Tomé contacto con la emoción. Después me encontré con otra mujer absolutamente brillante, americana, que fue la primera que me empezó a introducir en lo que fue el pre coaching. Y a través de todo eso, en algún momento aparece Jim Selman en mi vida. Te hablo de 1989. Y es Jim el que me introduce al tema del coaching. Él trabajaba exclusivamente con empresas y en 1990 me dice “Quiero que conozcas a alguien”. Y me presenta a Fernando Flores. Y yo empiezo a estudiar. Y ahí, bueno, se me dio vuelta la vida. Obviamente, todo lo demás quedó en el pasado. Tenía la contra de mi mamá que me decía “Nena, estás metiéndote en un lugar donde no tienes títulos”. Pero bueno, acá estoy.

P: Y esos primeros pasos que diste, ¿cómo fueron?

E: Imagínate que en esa época hablar de coaching en Latinoamérica, era delirante, te decían “es psicología”. A mí me han acusado de bruja porque decían que primero yo estaba haciendo una cosa que no debía porque estaba trabajando de psicóloga, siendo odontóloga y lo resolví al quiebre, me metí en la carrera de psicología y la rendí libre. Yo soy psicóloga también. Bueno, por lo menos tengo el papel, porque nunca lo ejercí, pero me recibí de psicóloga para terminar con el cuento. No. Y los primeros pasos fueron muy difíciles. Por suerte, tuve a Jim Selman como un gran mentor que me ponía a practicar y me decía “Mira, vas a sentarte y le vas a decir que la primer sesión es gratis, que no se la vas a cobrar, pero que es a cambio de algo. Y es que por tu propia curiosidad, cuando termine la sesión, puedas hacerle algunas preguntas, sobre todo respecto de cómo impacta esta conversación en su futuro. Y pregúntale también cuál es el valor que esa conversación tiene. O sea, si lo pudiera medir en pollos, tornillos, en lo que quieras. Considerando cafés, una cena o dinero. Cuánto vale eso que se dio en esa conversación”. Ese entrenamiento, Paul, fue trascendente. Uno, porque conseguí muchos más clientes con los que empezar mis sesiones. Pero dos, poder darme cuenta de mi evolución, porque al principio me decían “un café”. Yo tenía mucho miedo Después empezó a ser “una cena o una comida”. Después empezó a crecer. Y ese valor recibido me ayudó a empezar a poner precio.

P: Qué bien.

E: Y entonces ese fue el comienzo. Fue difícil. Y gracias a que en la Argentina hicieron una publicación en donde me acusaron de bruja por las cosas que le pasaban a la gente. Después de tener las conversaciones de coaching conmigo, yo decidí poner una escuela de brujos. Y dije “y no la voy a firmar yo”. Y me fui a la Secretaría de Educación y logré en la Secretaría de Educación que se creara la primera carrera con título técnico a nivel mundial en donde se enseñara coaching.

P: Eso en Argentina.

E: En Argentina el ICP aún existe, sigue formando coaches y de muy buen nivel con un título oficial.

P: Mira.

E: Así que así fue. Y detrás de eso tuve la invitación de venir a trabajar a México con una empresa y me enamoré de México y dejé el instituto en la Argentina y me vine para acá y empecé a trabajar acá y tampoco se sabía nada de coaching. Y acá creé una maestría en la Universidad de Londres que aún dirijo y hay una maestría en coaching. Bueno, hay una Maestría en Desarrollo Humano y Organizacional, con una certificación en coaching aprobada por la ICF en la Universidad de Londres.

P: Qué bien. Felicitaciones por todo eso. Ahora, tu proceso ha sido descollante, sin duda. Y se puede medir la fuerza e impacto de la historia de tu padre por detrás y que sin duda estás honrando también a tu padre. Tú has sido una creadora y me gustaría preguntarte, ¿cuáles son ahora los principios, modelos y valores que te empujan en tu práctica de coaching? Porque has generado tus modelos.

E: Yo creo que algo que me mueve mucho es el humanismo. Tengo muy claro cómo la cultura nos usa. Y no quiero esquivarlo porque sé que no voy a poder. O sea que somos esclavos de una cultura porque somos esclavos de un lenguaje, porque vivimos encerrados en él. Yo lo sé. Pero sé que la humanidad aparece en determinados momentos, en determinadas conversaciones. Fundamentalmente cuando hablas de tus sueños. Y cuando tienes la oportunidad de la intimidad. Y claro, cuando me empecé a meter en el tema de intimidad, empezaron a aparecer muchos quiebres. Nosotros confundimos intimidad por conversaciones de trueque transaccionales, no como estas. “¡Eh! ¿Cómo te fue? ¿Viste que hoy se me descompuso el lavarropas?” Pero eso no tiene que ver con la intimidad. Eso no tiene que ver con el atrevernos a mostrarnos al otro y que el otro pueda tomarnos plenamente. Creo que no estamos educados en eso. Que estamos educados más en el tener razón, en el acordar, no en el aceptar. Entonces, entré a estudiar mucho el tema de la intimidad y hoy estoy investigando y asombrada de ver que en el coaching hablamos de intimidad, pero no hablamos de empatía, que la base de la intimidad es la empatía. Y nacemos empáticos. Así que acá tengo una maestra que no sabe que es mi maestra, que es Brené Brown. Yo creo que así como existe la vulnerabilidad, existe la empatía desde el primer momento. Y que culturalmente la vulnerabilidad y la empatía se empiezan a oscurecer con la educación. Porque no tenemos maestros empáticos. Porque a veces los padres, por corregirnos, –y yo he sido madre y no usé la empatía siempre– no usamos la empatía. Es decir, hemos matado eso que nos une y nos permite ser manada. Porque de ahí venimos. Entonces sí creo que hay que trabajar mucho y estoy trabajando en eso, en el tema de la empatía. ¿Por qué? Porque creo que los coaches, sin querer, hemos empezado con una profesión, pero tú sabes que el que enseña es porque necesita aprender. Mhm. Y creo que lo que nosotros estamos trayendo al mundo es algo que tenemos que aprender. Es la empatía para poder generar intimidad. Eso creo. Así que así, allí estoy hoy. En esa investigación, en ese punto en el que “¿Cómo empezamos a ser empáticos otra vez? ¿Cómo reconocemos que eso ya lo sabemos?” Y volvemos ahí porque como coaches, cuando llega el momento de la intimidad, y llegan temas que nos asustan, sin darnos cuenta, nos vamos. Sí, sí.

P: Me gustaría llevarte a un lugar más difícil.

E: Dime.

P: Y me gustó mucho cuando mencionas que tienes conciencia de dónde estábamos, del lenguaje, de lo que vivimos. Y yo percibo que los coaches, por lo general, son una fauna específica y muy naif e idealista, desde mi percepción. Porque, por otro lado, en el mundo no existe esa voluntad, esa buena forma de querer utilizar el humanismo. Y lo vemos en la política, lo vemos en la geopolítica y también lo vemos en las corporaciones. ¿Cómo te relacionas tú con ese lado de la realidad que existe?

E: Yo creo que tú sabes que todos los paradigmas nacen, tienen una curva de ascenso, llegan a un punto de clima y después empiezan a caer, porque ya no tienen las respuestas. Yo creo que nosotros estamos viviendo la caída del cartesianismo. Y que está surgiendo una forma de humanismo que yo no tengo manera de llamarlo más que así, pero que es como el reconocimiento de cuidado. No somos humanos, pero además somos humanos y vivimos en un mundo. Y aunque no quieras, estás conectado. Estás conectado con las plantas, estás conectado con las piedras, estás conectado con el universo. O sea, estamos viviendo, estamos entrando en otro mundo. Y el mundo con los quiebres que tenemos, nos muestra que el cartesianismo no lo puede resolver. El tema global, no el tema del clima, no lo está pudiendo resolver. El cartesianismo lo vamos a tener que resolver nosotros con mayor conciencia, con mayor cuidado, con la empatía, con sentirnos unidos al otro, con pensar en el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos. Entonces, cuando voy a las empresas, yo pongo estas cartas sobre la mesa. Y siempre digo, no solamente  en las empresas, cuando voy a ser coach las pongo, o sea, yo no soy una coach fácil. ¿Por qué? Porque sin darme cuenta, caigo en preguntas que pueden ser complicadas para el que me las va a contestar. Porque tú no puedes estar fuera de tu mundo. Y por eso creo que la otra cosa que nos falta a los coaches no es solo la técnica. Nos falta ampliar el mundo que nosotros podemos observar, el interno, porque si no somos ciegos a lo que le pueda pasar al otro y el externo. Y tú lo puedes ver. Mira el tamaño de mundo de la gente que dentro del coaching llega más lejos y te vas a dar cuenta de que para llegar más lejos no alcanza la técnica. Nos hemos quedado nosotros que queremos defender un humanismo. Enseñamos coaching desde la técnica, estamos loquitos. Nosotros también tenemos que dar un paso más.

P: Cierto.Y en términos del proceso con el cual tú enseñas y llevas las sesiones de coaching, ¿cuáles pudieran haber sido dificultades que sobrellevaste y lograste conseguir como buenos resultados o resultados exitosos?

E: Bueno, ahí hay muchos temas, y yo te diría que fueron etapas. La primera fue en el año 96 o 97, que yo estaba en las primeras conversaciones con la Secretaría de Educación. ¿Qué enseñar? No, no existían competencias de nadie todavía descritas. En aquel momento a mí me habían enseñado a coachear los juicios de los cuales yo escuchaba 300 del cliente cuando me contaba lo que quería o lo que le pasaba y yo elegía, yo elegía uno. O sea, ni siquiera respetaba la libertad del otro de elegir lo que quería trabajar. Pero cuando armé la carrera no había competencias. Yo armé tres dominios de trabajo: uno, el hombre como ser lingüístico, en donde lo que se veía era no solamente las distinciones en el lenguaje, sino cómo el lenguaje nos permitía existir y crear lo que creábamos y al mismo tiempo nos limitaba, porque solo aquello para lo que teníamos lenguaje podíamos nombrar y ver. Y como también aparece el paradigma. Por eso todos los tipos de conversaciones. O sea, hice una estructura desde el hombre como ser lingüístico, y el hombre como ser social. Entonces aparecían ahí otras disciplinas que nos acercaban a mirar al hombre de distintas maneras a la psicología. La sociología, la política. Entonces ibas viendo distintas miradas del hombre que nos podían llevar a ampliar la mirada. Y la tercera era el hombre como ser organizacional. Entonces ahí aparecía. ¿Qué le pasa a un ser humano cuando entra a trabajar en una organización? ¿Cómo la organización te impone una cultura también como tú? ¿Te adaptas a una cultura? ¿Cómo trabajas en equipo? ¿Cómo puedes aportar ideas nuevas? ¿Y el terreno es fértil o no para las ideas nuevas? Ahí aparecía todo eso que yo creo que era en aquella época algo realmente revolucionario. Por supuesto, ya cambió el programa, pero en aquella época estaba distribuido así y había 1/4 módulo que se llamaba Taller y era cómo se unía todo lo que venías hablando del lenguaje. Los distintos dominios para mirar al ser humano, más lo organizacional. Y que era fundamentalmente práctico. Yo, cuando voy a una empresa, en general empiezo por una pregunta y es “¿Qué les duele?” Por qué? Porque yo soy una apasionada del diseño de futuro. Creo que sabes que me he formado en el grupo de debris para diseño de futuro. Pero yo creo que el futuro no es algo. Es ir primero. El futuro es el que tú creas, navegando las aguas de las circunstancias. Pero vas al puerto que tú quieras. Salvo que le entregues a las circunstancias el destino. Pero para poder crear eso, tú tienes que estar dispuesto a inventar, a crear. Entonces, ¿qué limita la creatividad? ¿Cómo miras las posibilidades? Es algo trascendente. Y no todos quieren crear futuro. Muchos quieren corregir pasado. Te digo, por ejemplo, trabajando con grupos, de alguna manera políticos, o con oficinas de gobiernos. A mí me ha llamado la Secretaría de Educación para decirme “queremos hacer el ejercicio de futuro”. Le dije “Fantástico. ¿Cuántos años quieren mirar?” “A cuatro”, me responden. “¿A cuatro?”

P: No es mucho.

E: ¿La educación de un país? Claro, sí, porque es el tiempo que vamos a estar. Lo cual también te muestra la pérdida de poder. El no creer en que tú puedes mostrar una visión y enamorar a otros para que también vayan. Y si lo miro en el mundo hoy, te diría que ojalá haya muchos coaches que se atrevan a meterse en el tema. Y porque hoy hay administradores de lo que hay. Hay muy pocos visionarios. Se enredan más con lo que está pasando, que con lo que quieren que pase. Entonces hoy estoy trabajando mucho en cultura, mucho en cambio de cultura en las organizaciones, mucho en diseño de futuro y también en aquello para lo que me llamen. Sabes que estoy trabajando mucho con equipos de trabajo. Creo que hay que encontrar nuevas maneras de aprender, y en este momento, equipos y la formación como coach de equipos la estamos haciendo con un juego que está en Internet.

P: ¿Qué juego?

E: El World of Warcraft, donde se juega de a cinco. Utilizando el juego y poniéndole la capacitación y las maneras de mirar. Estamos formando coaches de equipo a través de un juego claro. Y es impresionante, porque los Avatares eres tú.

P: Claro, es bien proyectivo. Y en términos de tu visión sociopolítica, ¿qué ves que está pasando en el mundo? Como coach que eres, como pensadora y visionaria.

E: Creo que no. No hay muchos visionarios y de diseño de futuro, aunque yo no estoy muy de acuerdo con muchas cosas, creo que sí la China lo tiene. ¿Sabes que la China ha hecho los ejercicios de diseño de futuro y tienen futuro a 100 años? Otro país que lo ha hecho es Japón. Pero no muchos más. Entonces, yo siempre miro la cultura como un río caudaloso. Y tú vas nadando en el río y de vez en cuando hay que vencer la inercia del río y poder pararte para mirar y decir “¿a dónde voy?” Porque si no, es la fuerza del río la que te lleva y vas a terminar en un lugar a donde no querías ir. Sí. Entonces yo creo esa inercia es tan fuerte en el mundo que están viendo cómo nadan. Pero no hay gente que se pare, que mire y diga sí, para allá vamos. No. Tengo críticas más profundas. También voy a hablar de Latinoamérica y quiero que entiendas que al decirte Latinoamérica, no estoy incluyendo por ejemplo a Chile, porque no sé mucho de Chile.

P: Nosotros tampoco sabemos mucho. No te preocupes.

E: Yo creo que los estados se armaron buscando que a través de los impuestos hubiera algunos espacios seguros para la convivencia que tienen que ver con la justicia, la educación, la seguridad y la salud. Y no veo estados hoy que se hagan cargo de estas cosas. Entonces, creo que hoy es un momento en el cual nos tenemos que sentar a conversar “qué es un Estado”. Si yo te hablo de México, te hablo de Argentina y de algunos otros países de Latinoamérica… Alguien me dijo a mí, hablando de México, “Elena, si yo me enfermo en México, la única cirugía que yo te permito que firmes por mí es la autopsia”.

P: Está muy dramático.

E: No sé si eso tiene que ver con la falta de confianza que la gente tiene en el servicio público.

P: Sí.

E: Mi chica. Volvimos anoche. Tuvo un cuadro agudo. Era una apendicitis. Terminamos operando. Tuvo una cirugía en un sanatorio privado. Por suerte, tenía seguro. Y la conversación con mi hija era. “¿Será seguro este lugar? ¿Estaré tranquila acá?”. La verdad, fue una maravilla. El lugar era un lugar privado. No era de los grandes nombres de México. Nos tranquilizó muchísimo. ¿Y a mí? A mí me cambió una mirada. Pero de todas maneras la segunda conversación era: “menos mal que tenía seguro de viaje”. Entonces creo que hoy es una conversación. La falta de seguridad, la educación. La educación lleva un atraso monstruoso. Yo tuve el honor,  sabes que también soy miembro de la ICF y a mí me encanta colaborar, me gusta trabajar en equipo y me gusta pensar qué podemos hacer para un mundo mejor, y me invitaron a formar parte de un grupo de coaches. Éramos 26 del mundo conversando sobre la educación con cuatro personas. Una era un ex ministro de Educación de Islandia, de Finlandia. Otra era una persona de las Naciones Unidas que trabajó con esta mujer que es la presidenta del Comité de Educación de las Naciones Unidas para los países del Tercer Mundo. Y otros dos. Pero te voy a hablar en general. Lo que vi es que hoy hay grupos que están trabajando seriamente. Por ejemplo, uno es “¿para qué educamos?” Y me emociona la respuesta. Educamos para convivir. Porque es lo que quieres aprender. Entras por Google. O sea, el saber está ahí. Y convivir. Hoy estamos rompiendo otro paradigma. Para aprender tienes que tener un maestro. No sé. Tú tienes hijos, estoy segura, porque tú a tus hijos les enseñaste a usar la computadora. ¿Cómo se juega un jueguito? ¿Tuviste que hacer ese esfuerzo? ¿Hijos o sobrinos? ¿Tuviste que hacerlo?

P: No.

E: No. A mí me enseñaron ellos.

P: En mi caso es distinto. Yo estudié ingeniería electrónica, así que no es diferente. Claro, pero ellos aprendieron solos y de forma muy rápida.

E: Solos. O sea, el aprender es una habilidad natural nuestra. Claro que nosotros creímos que necesitábamos forzar el aprendizaje y lo único que hay que hacer es soplar, alentar para que ocurra. Cierto. Pero hoy sí tenemos que hablar en un mundo diferente de convivir, claro, y convivir con ideas diferentes, Paul.

P: Claro, Elena. ¿Y qué proyectos tienes tú o metas para el futuro? En tu campo profesional como coach.

E: Bueno, yo entre otras metas, estoy pensando que ya me tengo que retirar, pero sigo pensando en la educación. Y quisiera defender culturas. Yo tuve el honor de ser llamada por gobiernos para trabajar con grupos indígenas. Y lo agradezco porque creo en su sabiduría. Creo que han podido sobrevivir más de 2000 años o más y nosotros estamos haciendo todos los intentos por transformarlos en algo como nosotros. Inclusive desde el lugar que “los ayudamos” en vez de respetar las culturas. Entonces, así como nosotros queremos tener razón, ayudamos a nuestra manera y queremos imponer una manera. Creo que es parte de nuestro trabajo generar otro respeto por eso y poder admirar la manera de mirar de ellos y entre ellos. Y aunque esto lo quieras cortar, no me importa, te lo voy a decir. Creo que el tema de lo que es pobreza. Yo he preguntado en el África a indígenas del África, con los que he tenido el honor de poder conversar, “qué es pobreza”. Y son nómades. Viven en lugares que se trasladan de un lugar a otro. Las mujeres son las que hacen las casas. A esos les pregunté “¿qué es pobreza?” Y me contestaron, después de pensar mucho, porque no entendía muy bien lo que quería decir. “La palabra pobreza es no tener hijos o no tener ganado. porque si yo puedo tener ganado, puedo tener más esposas y entonces voy a tener más hijos. Y si tengo más hijos, tengo quienes me ayuden más a tener más ganado”.

P: Claro.

E: Y entonces me pregunto si no seremos nosotros los que creamos la pobreza y la miseria. Cuando nos trasladamos a un mundo como el nuestro y en donde una o dos o tres generaciones se pierden hasta que pueden aprender a vivir como nosotros.

P: Cierto. ¿Y qué consejo le darías tú a alguien que está entrando en el mundo del coaching con la experiencia y background que has desarrollado en tu historia como profesional?

E: Yo no sé si es un consejo. Yo le diría ¿sabes en donde te metes? Porque el coaching lleva una ampliación de conciencia. Yo no creo que el coaching sea solamente un tema de competencias. Creo que hay una alineación de valores. Creo que hay esto que te decía de una ampliación del mundo, el tuyo y el de los externos hacia adentro. He de poder reconocer más cosas de ti y de reconocer el mundo afuera. Entonces yo lo digo “¿sabes dónde te metes?” Porque así como esto es una maravilla, porque vas a tener el nivel de conversaciones que no tuviste nunca, por otro lado, te va a llevar a tener las pruebas. O sea, esa generación de conciencia lleva a que aún aquello que tú dices “esto no lo voy a cambiar, porque soy yo”. Ahí viene la vida y te pone el dedo para que tú lo cambies. O sea, es un proceso de aceleración de tu evolución.

P: Un catalizador. Sí, es cierto.

E: Entonces, la verdad es que lo que yo le diría, primero que todo, es si estás dispuesto, no sabes en dónde te metes.

P: Probablemente no tiene muy claro en ese momento. ¿Y si quisieras compartir algo adicional como para ir cerrando? Te pediría dos cosas: una, que dijeras dónde la gente puede encontrarte o ubicarte. No sé si página web o sitio. Y la otra, un mensaje final para la gente que te escuche.

E: Bueno, la página web es www.team-power.com.mx. Ahí me pueden encontrar. Mi email es Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. ¿Y qué les puedo decir? Lo primero que les diría es “gracias por haber escuchado esto y gracias, porque en el escuchar, me han dado permiso de existir, existir para ellos” y sobre todo, si además dicen “hoy voy a entrar en la página para ver cómo es”, quiere decir que me están dando un permiso para existir, existir en su vida. Y la otra es, si son coaches, tomemos conciencia. Y generar una profesión también significa, si tenemos claro qué es lo que esta profesión, va a aportar al mundo. Y yo creo que eso nos convierte en seres un poco más humanos. O sea más, en todo caso existencialistas, si lo queremos mirar desde un punto de vista filosófico, pero al mismo tiempo más empáticos, más intimistas. Y darnos cuenta de que así como un psicólogo se hace cargo o mira el pasado de una persona y cómo le impacta en su presente, el futuro de quien está sentado enfrente de nosotros es lo que queda en juego cuando alguien viene a tomar una sesión de coaching. El coaching trabaja para el futuro, no trabaja para arreglar el pasado. Entonces, yo llamo a la responsabilidad de saber que los sueños del otro quedan de alguna manera en nuestras manos.

P: Muchas gracias. Muchas gracias por las palabras. Muchas gracias por tu tiempo, por la entrevista y además por esa visión cosmogónica tan humana, tan bondadosa y generosa que estás empleando para que el coaching sea un aporte y un catalizador del futuro de tantas personas. Así que muchas gracias. Gracias.

E: Y me olvidé de decirte otra cosa más. Si quieren entrar a otro sitio que no es totalmente mío, gracias a Dios, el otro sitio se llama Coaching con visión. Nosotros hemos formado coaches ciegos, y esos coaches están trabajando en el mundo corporativo y tienen que ver con la diversidad, la inclusión, la aceptación del otro, la admiración. Entren a Coaching con visión, así se llama www.coachingconvision.com.mx.

P: Genial. Muchas gracias por todo.

 

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