Por otra parte, en la religión budista, desde el siglo VII de nuestra era los sueños lúcidos también fueron practicados. Durante mucho tiempo, a los sueños lúcidos se les llamó viajes astrales, desdoblamientos, o experiencias fuera del cuerpo. En nuestra época contemporánea, en la década de los 80, del siglo XX, el psicólogo estadounidense Stephen LaBerge, fue el pionero en estudiar de manera científica esta clase de sueños. La Berge además, fundó el Lucidity Institute en California, establecimiento dedicado a investigar, enseñar  y divulgar los sueños lúcidos. 

Según los expertos, los sueños lúcidos afloran con diversos detalles, como por ejemplo, la persona tiene plena  conciencia de estar soñando, puede manejar la situación  como si estuviese despierta, mantiene la facultad de pensar y discurrir así como también percibir los cinco sentidos, distinguiendo perfectamente la visión, la audición, el  gusto, el olfato y el tacto. El o la soñante al despertar,  se acuerda perfectamente de todos los detalles de su sueño. Y lo más asombroso, es que dentro del sueño o pesadilla, le es posible analizar e interpretar todo su argumento onírico.  

Actualmente, está de moda entre algunos analistas de sueños, inducir a la práctica de sueños lúcidos con el objetivo  de solucionar problemas de la vida despierta. Para ello, se modifica el contenido del sueño por otro más sanador y agradable. Se sugiere que dichos ejercicios sean conducidos por profesionales con amplios conocimientos sobre el tema.

Por lo menos, alguna vez en la vida, casi todos hemos tenido sueños lúcidos, dándonos cuenta en aquellos momentos de estar soñando. Los sueños lúcidos son un fenómeno natural que no trae absolutamente ninguna consecuencia, y de acuerdo a los investigadores de los sueños lúcidos, practicarlos con responsabilidad brinda grandes beneficios.