Y es que esta mujer menuda y vivaz, que este año cumple 94, y que en 2017 recibió el Premio Caleuche en la categoría Trayectoria artística, es poseedora de una naturaleza inquieta y curiosa, desde niña marcada por una vida trotamundos que la hizo conocer distintas culturas, y descubrir y cultivar sus talentos.
LA PASIÓN COMO MOTOR DE VIDA
Carmen, eres una artista integral; actriz, cantante, directora, gestora cultural, profesora ¿Cuál es la clave para cultivar todos los talentos que tiene una persona?
Sí, soy bastante ecléctica. Primero, agradezco a dios que me haya dado buena salud, he tenido varios accidentes pero nunca he tenido mala salud. Y además la pasión, pasión por mi profesión, te lo digo así directamente. Eso ayuda mucho... he tenido muchos fracasos, pero siempre me he repuesto, he dado vuelta la página.
¿Y qué aspecto de tu personalidad te ha ayudado en eso?
Que soy activa, soy terriblemente activa, me gusta la actividad. Al mismo tiempo, también me gusta la soledad, leer, yo soy muy lectora, leo por las noches. Pero creo que la palabra es pasión. Y sentido de adaptación también. Como te decía he tenido bastantes fracasos que me ha puesto el destino.
LA FAMILIA, APOYO INCONDICIONAL PARA EL DESARROLLO PROFESIONAL
La familia ha sido importantísima en tu vida, como apoyo para tu carrera, has comentado que eran un clan, tu padre, tu madre y tu hermano.
Fuimos un clan desde que yo era guagua. En el primer viaje de mis padres a Europa, yo tenía un año y medio más o menos, yo ya estaba metida en un mundo como de la farándula. Hay una anécdota muy divertida; íbamos en un barco inglés donde viajaba la clase alta argentina y mi padre iba como quien dice, becado, como militar, a un intercambio de oficiales chilenos con oficiales alemanes, íbamos a Alemania. En el paso del ecuador hacían una fiesta de disfraces para los niños, entonces mi madre pensó que no podía competir porque las mamás argentinas iban con los disfraces hechos para sus hijos, maravillosos, de beduino árabe, de coronel inglés, de provinciano francés, todo fantástico, lo comentaban las señoras, y como mi madre se tenía que codear con estas señoras, imagínate una provinciana bastante tímida, ella era serenense, sin embrago tenía mucho carácter, le dijo a mi padre yo no puedo soportar que mis hijos no vayan a estar a la altura de los otros, pero como no puedo competir con disfraces, le voy a hacer algo a la Pelusa –así me llamaban mis padres porque yo era una cosita de este porte. Me puso un pompón, así como un tutú de ballet, algo simpático, y a mi hermano le puso una cosa de marinerito, más que nada para que no nos fuéramos a acomplejar. Viene el momento donde están todos los niños tomaditos de las manos ante el jurado que iba a premiar el mejor disfraz, y la banda de abordo empieza a tocar la canción Té para dos, que yo, como era muy música desde guagua, era como mi canción favorita, y me separo del grupo y me puse a bailar, un piojo de este porte bailando, me aplaudieron mucho y me dieron un premio especial. Ese fue mi primer honorario digo yo, porque me dieron algo así como diez libras esterlinas, que para mis padres era una cosa increíble. Ellos se dieron cuenta de que yo iba a ser algo en que no estaba contemplada una profesión normal.
LOS VIAJES: CONOCER CULTURAS, CULTIVAR TALENTOS, SER VERSÁTIL
Desde pequeña los viajes no pararon… Alemania, Linares, Talca, Santiago, Lima, nuevamente Alemania, fueron algunos de esos tempranos destinos. En este último, mientras su padre era embajador en ese país en plena Segunda Guerra Mundial, conoció a la cantante y actriz Rosita Serrano, conocida como “el ruiseñor chileno”, quien le dio clases de canto. Además, no desaprovechó la oferta cultural de la ciudad de Berlín, y asistió a cuanto espectáculo de teatro, de ópera o conciertos hubiesen en cartelera. Cuando tenía 19 años la familia volvió a Chile, y su carrera se perfilaba más hacia el canto. Con el seudónimo de Marianela, trabajó en las radios Agricultura, Corporación y Minería, interpretando temas de la época. En 1946 tuvo un rol protagónico en la ópera Fidelio, de Beethoven, que la compañía de teatro y ópera Metropolitan de Nueva York estrenó en Chile, con éxito rotundo en el Teatro Municipal.
Luego vinieron más viajes; ya casada, se fue a probar suerte con su familia a Italia mientras su padre era embajador. Participó en óperas en Viena y Bélgica, y en 1957 regresó a Chile. Al año siguiente compuso la música para el primer musical chileno: ¡Esta señorita Trini!, que también protagonizó. En 1960 fue la elegida para interpretar a la querida Carmela, la campesina de San Rosendo protagonista de la obra La pérgola de las flores.
También fuiste mamá, ¿cómo compatibilizaste ambos roles? Ya que el oficio de artista si bien tiene disciplina, no tiene horarios.
Tengo tres hijos, dos hijas mayores y el menor es hombre. Las dos mayores tienen menos de un año de diferencia, y ahí me retiré un poco, pero era la época no de la televisión sino que de la radio, así que yo podía seguir cantando. Nunca dejé en realidad mi actividad, sino que con la maternidad añadí otras actividades.
Siguiendo con tus experiencias viajeras, viviste en Nairobi, Kenya, ¿cómo fue que llegaste ahí? ¿A qué te dedicabas?
Trabajaba para Naciones Unidas, en información. Mi única gracia eran los idiomas… el Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente estableció su sede en Nairobi, y el 73 cuando vino el Golpe Militar, mi yerno casado con mi hija mayor, que estaba de embajador en Ginebra en el gobierno del presidente Allende, me dijo si quería irme con ellos porque Naciones Unidas lo contrataba como director del Programa de Medioambiente en Nairobi. Yo dije sí, fue un cambio total, y me quedé nueve años.
Me imagino que era muy diferente a Chile… ¿En esos años ejerciste tu oficio de artista?
Claro, otra cultura. Los idiomas fueron los que más me ayudaron al comienzo, pero después, cuando llevábamos algo así como cuatro o cinco meses viviendo en Nairobi, había nacido mi primer nieto, yo dije yo no soy la típica abuela, eso de ser la abuelita que se va a hacer cargo de la guagua no, era mi regalón pero no era ese tipo de abuela. Un día salió en el diario “Audiciones”, y le digo a mi hija Bárbara que voy a ir a audicionar, claro, me dice. Audicioné y quedé haciendo el rol central de una opereta inglesa, entonces ahí me metí en un mundo muy entretenido, y al margen de mi trabajo en el programa, que era de oficina, de siete de la mañana a cuatro de la tarde, por las tardes me metí al mundo de los ingleses, donde hay un inglés hay un actor, de eso no cabe la menor duda, porque les encanta el teatro. Fue una vida muy entretenida porque hice muchas cosas de teatro, de canto, recitales, tuve una vida plena.
¿Qué has sacado como conclusión de esta vida viajera?
Que me encanta viajar.
EL OFICIO: TRABAJO Y PASIÓN
Cuando se llega a cierta edad, entre los 60 y los 70 años, mucha gente piensa en jubilar ya sea para descansar o para dedicarse a otras cosas, y tú sigues trabajando a los 93 años, ¿para ti el trabajo es más que solo una fuente para sobrevivir?
Es un trabajo, que requiere un desgaste tensional que es fuerte, eso no se puede evitar. No por el hecho de uno haber llegado a cierto estatus bajo el punto de vista artístico, deja de tener los mismos nervios que tenía el primer día que se subió a un escenario. Eso te lo digo fehacientemente. Es tensional porque requiere muchas cosas. Siempre me dicen ¡Ay! ¡Cómo puedes memorizar! La memorización es lo último que importa, lo que más importa es vivir el personaje, y vivirlo de la forma que vive un actor un personaje. Para mí la actuación es una pasión, me encanta, pero al mismo tiempo me chupa mucha energía, lo tensional es fuerte. Mi trabajo no tiene nada más que una meta, digamos, que es seguir trabajando. Y ojalá que la muerte sea lo más tarde posible, pero al mismo tiempo que sea sobre el escenario.
¿Qué características debe tener una persona que se dedica a la actuación?
Antes que nada puntualidad, disciplina, entrega, la entrega al personaje, y creo que eso conlleva muchas cosas. Al mismo tiempo saber discernir, porque por ejemplo uno puede tener un director que pida algo de uno y que uno diga yo no estoy totalmente de acuerdo si estás tú en la razón o si estoy yo en la razón. La cosa intelectual es muy importante también, tener una relación con el director, al cual uno le pueda decir a ver, se me ocurre tal cosa, ¿me permites que la intente? Y un buen director lo que inmediatamente te dice es sí, hazlo, y después si no funcionó, se puede llegar a un acuerdo. La relación entre director y actor es muy importante; una relación buena, una relación inteligente, una relación de afecto pero no necesariamente de fascinación, sino que sencillamente tranquila.
Tu amigo y maestro Hugo Miller te decía que nunca olvidaras “la inteligencia del texto”, ¿a qué se refería?
Es que eso es lo más importante, y es que el texto no hay que leerlo una, dos o tres veces, sino que hay que estar leyéndolo constantemente porque de repente a uno le salta a la vista algo que omitió, entonces uno dice qué rico, ahora le puedo sacar esto… eso es lo entretenido del teatro, la gran diferencia con la televisión, donde tú haces un rol y quedó filmado y listo, no puedes corregir, en cambio lo entretenido del teatro es que en una semana de tres o cuatro funciones, cada función puede tener un incremento de algo, de algo que se te había pasado o retroceder en algo que pensaste que podías hacer y decir no, eso no me gustó como me funcionó así que no lo voy a volver a hacer, voy a hacer otras cosa. Eso es muy interesante. Para mí Hugo Miller ha sido lo más importante que hay como un personaje que me hizo sentir que realmente yo tenía condiciones, porque hasta antes yo tenía las condiciones que me había dado mi vida operática, como yo empecé con la ópera, la que después tuve que dejar por el destino.
¿Eso se puede aplicar o extrapolar a la relación con tus colegas también?
Le relación tiene que ser siempre buena, si no es buena es una tortura creo yo. La relación con los colegas en tan importante como la relación con el director, para lo cual no se necesita tener una amistad íntima, sino que sí saber el motivo por el cual estamos ahí, que es hacer una obra de teatro, una comedia, un drama, una tragedia, o una cosa hilarante, y todo hay que conversarlo, es muy importante.
Y en eso mismo, en las relaciones interpersonales, ¿cómo lo haces si te toca trabajar con personas que no conoces nada, o que quizás no te caen muy bien?
Es que estás hablando con la persona que ese “no cae muy bien”… yo no sé lo que es eso. Todo el mundo me cae bien. A no ser que sea una persona que me la presente y me pegue una cachetada, entonces ahí no me va a caer bien, es obvio. Yo tengo mucho amor por mi prójimo, el prójimo a mí me interesa mucho, de todas las edades, me gusta mucho eso, conocer gente nueva, es lindo eso. Hay actores que son así como más parcos, pero me encanta, justamente eso también es un desafío, ver por qué será así este personaje, nadie le está diciendo seamos amigos, pero sí tratemos de ser buenos colegas, creo que la colegiatura es lo mejor en este caso, ser colegas.
VEJEZ Y FEMINISMO
Me gustaría desmitificar un poco la vejez ¿Crees que la juventud está un poco sobrevalorada, crees que debería haber más intercambio y saberes compartidos, que cada generación tiene algo que aportar?
Yo pensaba eso bastante pero creo que se ha ido desmitificado, se ha notado que hay muchas mujeres mayores que son extraordinarias como la Marta Cruz Coke, la Mónica Echeverría, la Delfina Guzmán, otras mujeres en instituciones… son mujeres que se destacan. Se ha ido bajando ese nivel de misoginia digamos.
Yo insisto mucho sobre la vejez, porque yo siempre dije que Chile era el país de Peter Pan, que lo único que no quería era envejecer, lo cual me parece un absurdo porque creo que la vejez… obviamente tenemos que dejar de lado la salud, con mala salud no hay nada que funcione, pero para mí, la vejez hoy en día es cada vez más importante, y eso se está viendo, se está manifestando. Leo que hay muchas mujeres empresarias que ya son mujeres mayores y que realmente salen adelante, creo que está cambiando esto. Sí creo que todavía falta en el respeto por la vejez, la vejez tiene mucho que contar. Y es bonito tener gente mayor.
Te has definido como feminista, ¿me podrías decir cómo se manifiesta en ti esa postura?
Feminista más que nada porque le tengo mucho cariño a la mujer, a la mujer en general, siempre hemos estado marginadas de ciertas cosas, a pesar que creo que en mi profesión es donde menos marginadas han estado, porque lo que yo hago no lo puede hacer otra persona, nadie puede ser vieja por ejemplo, yo soy vieja entonces puedo hacer roles de vieja. Esta es una profesión muy única, no hay competencia, porque si tienes un rol que se adecúa a tu temperamento, a tu estilo, a lo que tú puedes hacer, entonces obviamente que no tienes competencia.
Creo que las mujeres, en este país sobre todo, vamos siempre más adelantadas que los hombres, el hombre chileno es más bien taciturno, por lo pronto es bastante misógino, siempre están mucho más contentos con el club de Tobi que con las mujeres, no estoy diciendo una novedad, es así. Entonces las mujeres tienen que destacarse, son totalmente capaces de hacer cosas que también hacen los hombres.
RECUERDOS POSITIVOS Y DISFRUTAR DE LA VIDA
En un medio dijiste textual que “nostalgia del pasado no, me gusta recordar”. ¿Cuál es el valor de esa frase?
Sí, me encanta recordar porque tengo una vida tan entretenida. Yo escribo una suerte de diario, y me fascina leer mi diario, me entretiene, me divierte, porque vuelvo a recordar cosas, voy escribiendo pequeñas anécdotas. Lo escribo para mí por el momento, si algún día alguien quiere publicarlo no me importa porque lo mío es así [hace un gesto como mostrando un libro abierto].
¿En general crees que has tenido una vida feliz? ¿Hay algo en tu vida personal o en tu vida profesional que crees que tienes pendiente por hacer?
Bueno, yo soy una persona bastante ávida, claro, hay ciertas cosas que me gustaría todavía hacer, pero por otro lado está esa cosa que soy adaptable, entonces me digo bueno, no aspires a tanto, pero pásalo bien, eso es lo que me digo.