En la zona oriente de la capital, una gran cantidad de personas se agolpan formando un círculo ante un diminuto y, trascendental, acontecimiento.
El frio intenso y la enrarecida oscuridad del mediodía ya no son amenaza ante tal espectáculo. Un registro rescatado desde un Smartphone del siglo pasado, nos da un indicio de que algo similar ocurrió hace un par de décadas. La gente, ahora en mayor número, se ubica unos sobre otros, de cualquier manera, solo sus ojos están descubiertos, atentos e impacientes. La intensidad del frío crece a medida que el último rayo de luz, huye aterrado frente a la sombra letal. Escapa, no sin antes acariciar algunos párpados despistados y rosar la última flor, el Dédalo de Oro, aparecida hace pocos días en una grieta de lo que fue el centro más importante de estudios de la conducta humana en el siglo XXI; la Academia Inpact.
Y sucede, la tenue luz alcanza a tocar dos de sus cerrados pétalos y se abre ávida de más energía, la multitud se asombra, se mueve y conmueve como marea, como ganado, no dan crédito a tanta belleza… los cinco pétalos abiertos al cielo, ahora caen uno a uno, en un slow motion eterno y mortal.
Fin del despacho de las trece horas, la noche nos desaparece.